Amanda Nuñez - El Faro Crítico
Proferir
Expresarse
Hacer
Rápido
Ya
Otra vez
No nos oyen
¿Quién?
¿Cuánto tiempo hace que no escuchas?, ¿cuánto tiempo hace
que al leer te abstienes de realizar un movimiento de asentimiento con la cabeza
cada vez que estás de acuerdo o de negación o reprobación cuando no lo estás?,
¿cuándo presentaste una incertidumbre y quedaste callada?
¿Cuándo, con un esfuerzo enorme, titánico, acallaste y
recibiste…y no te inclinaste…salvo para oír mejor?
La actualidad está plena de debates: hay debatólogos, en las
asambleas, las calles, los trabajos, los grupos de amigues. Alguien siempre
tiene algo que decir, se entrecortan las conversaciones, se acaban las frases
de los otres, se escribe más aprisa para que no se roben las ideas propias, se
sale a la calle a gritar, que no nos quiten la voz, hay que dar la voz, con
banderas, presentes todes en todo, expresar los amores, los disgustos, las
injusticias.
Presencia continua
Hacerse presente
Hablar
Nos obligaron a estar informadas y a expresarnos, sin que
nadie oiga…porque nadie oye.
Un debate muy interesante recorre estos últimos días:
representación/presentación. Ausencia/presencia, ¿cuál es la verdadera
democracia?
Falta lo que siempre falta, lo más difícil: ¿Escuchar es
estar presente o ausente…o quizá peor: representada?
Si pensamos despacio notamos que para escuchar se requiere
presencia, a veces hasta muy cercana…para oír mejor; pero el tiempo nos dicta
que hay que hablar, si no, te representan y ¡eso es inconcebible! Luego,
presencia es “hacerse presente en actividad mostratoria de tu presencia” o,
mejor dicho, representar tu presencia.
La ausencia, otro tanto: hay que participar, hay que estar;
cómo mostrar que se está: mostrando. ¿Se podrá estar por carta?, ¿están los
autores de los textos?, ¿estamos todes?, ¿quién falta?, ¿quién tiene la lista
del 99% para poner esa falta?, ¿la tierra está?: parece que la tierra no habla
en las asambleas, hablemos por ella, mejor, démosle voz; el ¿porvenir está?,
no, parece que tampoco: llevemos a las niñas, decidamos en su nombre, no
abortemos para llevar la vida atrapada con nosotras (por su bien, para que
tengan voz y visibilidad)
Pero, ¿quién hacía eso? Parece que eso lo hacen quienes no
queremos ser…pero, ¿somos quien queremos ser? Si hay presencia representada de
nuestra presencia y presencia representada del porvenir ni siquiera sabremos
qué queremos, pues estaremos contándolo a la vez todes sin escucharnos en el
mismo lugar. Y ¿podrá haber algo diferente (no nuevo, ni viejo) si no
escuchamos?
Escuchar no sólo es oír, es hacer el esfuerzo tremendo de
poder escuchar, de filtrar, de callar, de no sólo reaccionar…en definitiva, de
que se pueda hablar.
¿Desde cuándo hablar
y producir son activos y escuchar y recibir son pasivos?
Cómo hacer esto ahora, ya, con la urgencia, vertiginosa,
tras tantos años calladas sin escuchar o hablando y haciendo sin escuchar.
No lo sé.
Estoy escuchando, a ver si se oye el silencio y, en el
silencio, escucharemos.
Esto no significa que haya que dejar de hacer, ni de hablar,
ni de salir…pero ¿cómo discernir el salir a la calle de no hacerlo si no hemos
dejado de estar en ella?, ¿cómo se diferencia una manifestación de ir de
compras?, ¿por las banderas como las bolsas de marca?, ¿por la diferencia de
cada grupo como cada marca libremente escogible en nuestros supermercados
ideológicos de izquierdas autistas porque no supieron escuchar?, ¿por la
intención inefable de quien va para no quedarse atrás en la aparición estelar
de no dejar de estar donde hay que estar?...pero ¿esos van auténticamente?,
¿están auténtica y presentemente representados en su presentación?
Vamos más allá de la presencia; a la representación de la
autenticidad de la presencia. Que es eficaz, lo sabemos, que basta con
ello…sabemos que no. Todo el mundo habla de articulación pero nadie la escucha.
No se trata de dejar de hablar, de hacer o de salir; es
darnos la oportunidad de poder hacerlo.
¿Cómo se puede hablar, hacer y salir y, a la vez callar,
escuchar y ausentarse para que les otres puedan también hablar, hacer y salir y
no colapsar el lugar?
¿Podremos dejar hablar sin cortar esa conversación?
Y la parte que viene es la más interesante del texto. Léela,
por favor, con atención. El tiempo que requieras es inversamente proporcional a
tu preparación: si tardas más, lo haces mejor.
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Y si esto parecen juegos de palabras o tomaduras de pelo,
quizá lo son…párate a pensar por qué.
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