viernes, 30 de octubre de 2009

Política y Decrecimiento

por JOSE LUIS MANCHÓN - "El Faro Crítico"

Despacito, Despacito...Europa es un pésimo lugar para intentar hacer política. Uno de los principales objetivos de esta actividad humana, es poder influir en el poder ó llegar a ocuparlo, para desde allí, promover la modificación sustancial de realidades en todo tipo de ámbitos; pero el poder político por estas latitudes está tomado por el “Capital”.

La configuración de la “Comunidad Económica Europea” como una asociación de países donde se “blinda” la posibilidad de modificación del sistema económico, no permite la posibilidad de un cambio sustancial en el estado actual de las cosas. Europa, por lo tanto, guarda servidumbre a las leyes del mercado y a las decisiones adoptadas por los consejos de administración de las grandes compañías transnacionales. Consejos integrados por personas que no han sido elegidas democráticamente, y que por supuesto, no tienen entre sus objetivos la búsqueda del “Interés general”.

En nuestras sociedades europeas llamadas “De Consumo”, la imposibilidad de poner en cuestión de una forma radical el funcionamiento del sistema económico como parte significativa del horizonte de actuación política, castra y desanima a las corrientes ideológicas que buscan invertir el funcionamiento de la superestructura. El mensaje lanzado es claro, se podrá elegir “democráticamente” en cualquier estado socio a gobernantes de cualquier ideología más o menos considerada “decente”, pero estos, una vez elegidos, estarán obligados a no intervenir en la configuración y el funcionamiento del sistema económico. Gobiernos de derechas e izquierdas en Europa, tendrán siempre mucho en común; la defensa obligada del libre albedrío del sistema capitalista de libre mercado.

El elector, gran conocedor a través de la propaganda de este escenario cercado, no se decantará por proyectos políticos que precisamente por cuestionar el modelo económico, puedan ser objeto de aislamiento. El voto útil y la consecuente tendencia al bipartidismo, es la máxima expresión de la corrupción intelectual generalizada de los votantes de nuestras democracias.

Ante esta situación, el estado de confusión de la “masa” es tal, que ha dejado de percibir las violaciones constitucionales. Un caso muy reciente y muy claro es el español y tiene que ver con el indiferentismo general con el cual ha vivido la mayoría de la población, la usurpación del derecho a una vivienda digna, que ampara la constitución española como derecho fundamental, y cuya violación está directamente relacionada con la especulación del suelo que ha sido promovida por las propias administraciones públicas.

Por si no fuera suficiente, las campañas publicitarias alentadas por “Lobbys” empresariales, consiguen generar estados de opinión donde subyacen criterios mercantiles, que permiten dirigir el voto en una dirección beneficiosa para el sector productivo representado. Mientras tanto, estos mismos “Lobbys” financian partidos políticos con posibilidades de llegar al poder.

Nuestros representantes políticos, una vez otorgado el poder a través de la consumación del habitual engaño mediático masivo de las elecciones, pagarán las deudas pendientes con los grupos empresariales con tratos de favor. También contraerán otras deudas de tipo financiero, o venderán al mejor postor el patrimonio público, para intentar cumplir el exagerado programa electoral con el cual se habrán comprometido con el ciudadano. Programa electoral que habrá sido diseñado con la colaboración de una empresa de “Marketing y Relaciones Públicas”. El objetivo de acción del político no será en primera instancia, satisfacer el compromiso adquirido con el ciudadano y trabajar por el interés general, sino más bien, satisfacer los requisitos necesarios para ganar las próximas elecciones. Es el poder en si mismo lo que se ansía; un poder que ocupará gran parte del tiempo en la toma de decisiones en el ámbito puramente económico.

Tenemos ante nosotros una dimensión económica, la “Capitalista”, que es un hilo transversal a los estados y las ideologías oficiales, casi atemporal, que se convierte en criterio. El criterio de maximización del beneficio económico, es uno de los principios que más intensamente rige nuestras vidas y el de nuestras sociedades. Para verificar esta afirmación, solo tenemos que comprobar como actualmente la salud de un país se mide a través del crecimiento anual del “Producto Interior Bruto (PIB)”, ó pararnos a observar las múltiples escenas en las cuales nuestros máximos representantes políticos, elegidos democráticamente por millones de personas, sucumben a las peticiones abusivas de los dirigentes de las grandes compañías, ante la amenaza de la deslocalización o el cierre, ó como después de abandonar la carrera política, estos mismos servidores públicos se incorporan a los órganos de decisión de las grandes empresas, con el objetivo claro de poder incidir directamente en las decisiones del aparato público. Es prácticamente imposible delimitar un ámbito en la política de los grandes partidos, donde los intereses del “Capital” no estén representados.

El crecimiento exponencial del desencanto y la decepción del votante de izquierdas en Europa, tiene mucho que ver con lo expuesto anteriormente, ya que las enormes contradicciones en las que se incurren al poner en práctica un equilibrio imposible entre la gestión ideológica de izquierdas, la necesidad de financiación externa y el respeto impoluto al inamovible sistema económico Capitalista, son de una crudeza repugnante e insoportables para un ciudadano minimamente informado.

Con los acontecimientos que se han sucedido después del crack financiero de octubre de 2007, la situación se ha pervertido aún más. Los Estados, lejos de aprovechar la oportunidad para recuperar el protagonismo perdido en la época del liberalismo-libertino, se han lanzado a dilapidar sus propios recursos. Han asumido un riesgo aún sin cuantificar, a través de operaciones de rescate al sistema financiero, con el objetivo de reanimar a un sistema económico que siempre había considerado al sector público como un estorbo para sus pretensiones. Tenemos, por lo tanto, a un sector privado muy amplio de la economía, exhausto por su propia codicia, pero seguro de su supervivencia.

Ante la apuesta incondicional de los estados por revertir la situación de recesión apoyando a los máximos responsables de la misma, para así poder volver a la senda del crecimiento ilimitado a golpe de burbuja especulativa, existe una pequeña parte de la ciudadanía que comienza a organizarse más allá de la política tradicional de los grandes partidos. El objetivo es fundar un contenedor social diferente al actual, en el cual puedan empezar a integrarse individuos que puedan crear comunidades para la vida en común utilizando otros criterios. No es una fuga derrotista ante la imposibilidad de influir notoriamente en el corto plazo en el orden global actual, sino más bien, es una apuesta revolucionaria y por lo tanto, no reformista, que busca conformar un nuevo orden político y económico, apostando por un nuevo comienzo y con el foco puesto en lo “Local”. Un nuevo orden que se agazapará y esperará pacientemente hasta que adquiera vigencia como alternativa, cuando el colapso se adueñe finalmente de las sociedades capitalistas. Un colapso que irremediablemente ocurrirá por la imposibilidad lógica de que se cumpla la máxima sobre la cual se asienta el “Capitalismo”: Crecer ilimitadamente en base a recursos que no lo son.

¿Que es el Decrecimiento?

Si ya ha quedado claro que la economía juega un papel central en la configuración de las sociedades actuales en Europa, la primera pregunta que habría que responder es, ¿Que otro sistema económico alternativo al “Crecimiento Ilimitado Capitalista” podría reemplazarlo?

“Decrecimiento limitado anticapitalista” es el nombre completo, de un sistema económico, que no es nuevo y que viene siendo reivindicado desde hace algunos años, sobre todo por el movimiento ecologista. Que sea lingüísticamente el concepto contrario tiene consecuencias lógicas, ya que lo que persigue es revertir una situación. Podríamos hacer un análisis resumido a través del desglose conceptual.

· Decrecimiento: Primeramente, a través del reconocimiento del suicidio colectivo que implica para cualquier comunidad, consumir por encima de la capacidad de regeneración del ecosistema en el que vive, el primer objetivo sería un retorno a los parámetros que permitan esa regeneración. El sistema capitalista, al ser global, delimita un ecosistema de actuación planetario en el cual está inmerso todo lo vivo y lo inerte, y por lo tanto, toda la humanidad. Lo individual y lo local forman parte de este conjunto global, y por lo tanto cualquier acción en estos ámbitos tendrá su impacto en la totalidad.

· Limitado: Por otra parte, y a diferencia del sistema capitalista, no se olvidan los límites al reconocer que el decrecimiento no puede ser ilimitado. Existe un mínimo de consumo necesario para que los miembros de una supuesta comunidad cubran sus necesidades y gocen de salud.

· Anticapitalista: Por último, existe un objetivo de búsqueda de debilitamiento del “Capital” a través de la destrucción de la dualidad “Recurso laboral – Consumidor“ que actualmente configura al habitante de una sociedad de consumo. El objetivo sería convertirse en individuos estériles para el “Capital”.

Si el Capitalismo funciona. ¿Porqué decrecer?

Existen muchas motivaciones para buscar el cambio. Asistimos a una catástrofe ambiental sin precedentes en la historia del planeta que se ha acelerado en las últimas décadas. Catástrofe que ha sido posible gracias a la puesta a disposición de la codicia del “Capital”, toda la potencia de la “Técnica” para la explotación de cantidades ingentes de recursos naturales acumulados durante millones de años.

Por otra parte, la perdida de libertad en nuestras sociedades es cada vez mayor. Los automatismos que se están implantando en todas las esferas de la actividad humana, han conseguido crear tal cantidad de falsas necesidades y falsas seguridades, que el individuo ha perdido su capacidad de “Autarquía”, y la inseguridad y el miedo se han apoderado del individuo.

También, la insatisfacción es un sentimiento que se ha instalado en las sociedades de consumo después de que un vacío infinito haya abierto hueco en la individualidad exacerbada del europeo. Tras la muerte de Dios, el ser humano en occidente se ha lanzado a consumir ansiosamente como forma de rellenar este vacío imposible de colmatar. La conclusión después de décadas apostando por este modelo de hiper-consumo ilimitado, es que no satisface, ya que consumir deja de tener sentido a partir de cierto umbral. Comprobar estadísticamente que la primera causa de consulta médica en Europa es la ansiedad, reafirma esta hipótesis. La gente expresa, a través del consumo de antidepresivos y ansiolíticos, carencias en su existencia, y aunque aún no están preparados para dejar de perseguir en su lucha diaria, la representación del éxito que la “Propaganda” exhibe a cada momento a través de las campañas publicitarias, se empieza a mirar con melancolía hacia aquellas cosas perdidas en el camino del “Progreso” ilimitado.

Las sociedades de consumo, en su conjunto, no están preparadas para “Decrecer”, ya que necesitan la plusvalía para seguir siendo lo que son; pero los individuos, cada vez dudan más sobre la conveniencia de su esclavitud materialista. Sienten que les falta algo, que han perdido la capacidad de goce; están en la antesala para que se pongan a buscar.

Deconstrucción

“Decrecer” es, antes que nada, “Deconstruir”. El concepto “Decrecimiento” es un concepto generalmente desagradable para los miembros de nuestra sociedad, ya que hemos paralelizado en nuestro imaginario colectivo “Crecimiento y Prosperidad”, “Mas y Mejor”, “Prosperidad económica y Felicidad”, “Decrecimiento ó Estancamiento, con Fracaso, Pobreza y Subdesarrollo”. Invertir estos valores para que el “Ser” margine en importancia al “Tener” y se produzca una revalorización de los aspectos no cuantitativos-productivos de las personas, es uno de los grandes objetivos del movimiento “Decre”. Por lo tanto, aunque la palabra “Decrecimiento” en una primera instancia, referencia al racionamiento en el consumo de recursos materiales, asumir este modelo implica también “Deconstrucción cultural”, ya que habrá que tumbar muchos mitos como los citados, que por ser realizados, son transparentes a nuestra conciencia crítica.

Decrecer implica también “Menos pero mejor”; en esa transición hacia el “Menos”, crece en porcentaje la importancia del sujeto, que se reconoce a si mismo como suelo firme, y desecha lo accesorio. El sujeto deconstruye y se da cuenta que la verdadera riqueza es existencia y es inherente a quien la tiene. Desde este punto de vista, es esa la riqueza por la que realmente merece la pena luchar, y tiene que ver básicamente con afirmar un “Modo de ser”, que se difumina conforme está más cargado de bienes.

Aquellos que ya hemos comprendido que el límite con el que topará el proceso “Capitalista” es el de la “Aniquilación”, hemos vencido el miedo a la perdida de las falsas seguridades que nos brinda y nos enfrentamos al cambio desde la perspectiva de los que tienen poco o nada que perder. El miedo es el obstáculo que una vez saltado, te permite libertad de acción, y te hace inmune a la tiranía del gigante que ejerce su poder a través del terror. Arriesgar todas tus fuerzas por no caer en el “Indiferentismo” ante esta coacción, implica apostar por un “modo de ser” singular; lo contrario significa existir sin más. Se trata, en definitiva, de conquistar una libertad que será utilizada para zambullirse en la confortable, que no cómoda, soledad del que se retira a una zona paralela, del que se agazapa esperando a irrumpir, del que cuestiona radicalmente las “buenas costumbres” de su sociedad pero que no cae en la indiferencia respecto al sufrimiento que se produce en el lugar que abandona. Una zona continua, que transpira a través de una fina membrana y que por lo tanto es permeable, porque reconoce la ignorante inocencia del que todavía no ha comprendido que su proyecto vital en el seno del “Capitalismo” es instrumentalizado todos los días.

Decrecer es decir “No” al sistema esclavista más refinado que posiblemente haya conocido la historia de la humanidad. Un sistema en el cual los individuos se ofrecen ansiosamente a la superestructura como mercancía para que esta haga de ellos “Hombres de provecho”, “Hombres instrumento”, o dicho de otra forma, “Recursos Humanos”. Exigen y luchan por su esclavismo, a cambio de poder echarse a dormir.

La comunidad “Decre”

Una comunidad “Decre” es un conjunto de individuos organizados que a través de la “Autogestión” buscan una “Autosuficiencia” que pueda ser sostenida indefinidamente en el tiempo, respecto al contexto físico en el cual se ubica. La consumación del decrecimiento es el “Estancamiento”. Sería una situación de crecimiento económico cero donde se produce un control efectivo por parte de la comunidad sobre los recursos.

Una comunidad “Decre” es una comunidad que se posiciona en el mundo utilizando criterios de “Necesidad”. Defino “Necesidad” económica, como aquel requerimiento de consumo que permite una supervivencia austera, pero sin comprometer la posibilidad de desarrollo físico, intelectual y afectivo de los integrantes de la comunidad actuales y futuros. Se trabaja lo necesario, y se consume lo necesario. En este tipo de comunidades, el concepto “plusvalía” es desechado. Hablo siempre de comunidad, porque es difícil pensar en un individuo que permanezca durante toda su vida en un estado de autosuficiencia consigo mismo. Como decía Aristóteles, este tipo de hombre habría que considerarlo como una bestia, o como un Dios, en el sentido que somos seres que necesitamos de la comunidad para diferenciarnos y vivir bien.

La emigración del campo a la ciudad en los últimos cincuenta años, ha dejado comarcas enteras, muy ricas en recursos naturales, prácticamente desiertas. Cientos y cientos de pueblos enteros sobreviven apenas, y otros tantos llevan años abandonados. Estos lugares serían sitios muy satisfactorios para empezar a formar estructuras con una configuración “Decre”. En este punto nos topamos con uno de los principales problemas a resolver, que es la “Propiedad”. Hablaremos más delante de ello.

Respecto a la organización política de la comunidad “Decre”, remarcar que el sistema económico no define estrictamente la organización de una sociedad, pero si marca de alguna manera, una tendencia. Si debe existir un control de los recursos en el cual estén involucrados todos los miembros, si ya hemos deslegitimado un sistema de representación parlamentaria y hemos asumido que debe existir mucha colaboración interna para conseguir los objetivos, estaríamos hablando por lo tanto de comunidades pequeñas ó aldeas, con un órgano de decisión soberano que sería asambleario y con una propensión a considerar los temas que se considerasen de interés general, de máximo compromiso por parte de los miembros de la comunidad. Pero queda claro, que el contexto histórico, la ubicación física y los modos de ser de los miembros de la comunidad, serán los que finalmente influyan en el régimen político por los que finalmente se rija la comunidad.

Existirá, como es natural, una forma biológica de acceder a la comunidad, y será a través del nacimiento de hijos de miembros de la propia comunidad. Siendo altamente probable que pudiera existir flujo de personas entre distintas comunidades, el acceso a la comunidad ó su expulsión, se decidiría en el órgano decisorio que hubiera sido designado.

Respecto a los servicios sanitarios, educación, seguridad, sistema de pensiones, prestaciones de desempleo…., tenemos que tener muy en cuenta las motivaciones que inclinan a las personas a asociarse en “Decres”. Hemos abandonado el “Titanic” cuando ya se divisa el Iceberg, y nos hemos introducido en una barcaza a remolque del coloso. El objetivo no es tanto salvarnos nosotros, cosa nada segura, como construir un nuevo “hogar”, y que, por supuesto, pueda servir además de referencia, en medio del “caos” que sobrevendrá al hundimiento. En un escenario, donde los servicios que acostumbra a otorgar la superestructura a la masa para su adoctrinaje, curación, premio o castigo, no han desaparecido pero tienen fecha de caducidad. Hacerse cargo radicalmente de uno mismo, implicará la imposibilidad de apelar a una instancia superior para que llene algún vacío que nosotros, como comunidad o individuos, no sepamos, no queramos, o no seamos capaces de llenar. La vida en una comunidad “Decre” será simultáneamente mucho más libre y quizás también, en muchos sentidos, mucho más dura.

Respecto a la “Guerra”, intentar enfrentarse contundentemente a un sistema económico como el “Capitalista”, no parece muy realista. En todo caso, provocaría una reacción defensiva que tendría dos consecuencias directas nefastas: por una parte, la aceleración de su propia capacidad de destrucción, y por otra parte, el aplastamiento de la amenaza. En este sentido, el “Decrecimiento” es un movimiento que retira combustible de la caldera del Coloso, aminora su marcha y lo debilita desde el principio, sin un enfrentamiento directo.

Desde otra perspectiva, uno de los motivos principales por los cuales ha existido el conflicto desde la antigüedad, es el control de los recursos. Una comunidad conformada desde el punto de vista del decrecimiento debería asentarse en espacios físicos donde hubiera suficientes recursos como para no entrar en colisión con otras comunidades cercanas, en caso de situaciones extremas. También debería existir un control de la demografía para evitar el colapso del equilibrio propio y evitar conflictos internos.

Otro de los principales motivos por los cuales han existido conflictos desde la antigüedad tiene que ver con el deseo de conquista; una comarca en la cual se desarrollan comunidades que entienden el “Decrecimiento” ó “Estancamiento” como algo satisfactorio para sus vidas, simplemente no desean nada más desde el punto de vista material. En todo caso, una actitud defensiva respecto a un ataque, es una acción violenta pero legítima.

Respecto al “Sistema financiero”, ya sabemos dos cosas muy importantes. Primeramente, que es el combustible sin el cual no hubiera sido posible la exagerada capacidad de depredación que ha exhibido el capitalismo en las últimas décadas. Por otra parte, hemos aprendido, y esto es mucho más novedoso, que lo “Público” en su actual configuración, es el avalista que asume los riesgos en último término, de los desmanes y desequilibrios que provoca un sistema cuyo principal empuje lo encuentra en la codicia. La economía monetaria y financiera, ha pasado de ser un medio para hacer más fácil el intercambio, ha convertirse en un fin. El dinero se consigue, y luego, se decide que se hace con el. En un sistema global como el sistema capitalista, el dinero fluye a nivel planetario en la economía artificial y al apostar por el alza de precios de determinados bienes, se generan burbujas económicas y el empobrecimiento de la mayoría está asegurado. Por otra parte, la posibilidad del fraccionamiento de los pagos en plazos, que incluso transciende el periodo vital de una persona, permiten un alza de precios de los bienes, que de otra manera no serían viables. Atenerse a los objetos reales y desconfiar de los servicios financieros, e incluso del papel moneda, sería una gran apuesta para conseguir que la comunidad “Decre” cortara de raíz, el cordón umbilical con el “Capital”.

Respecto a la “Propiedad” del terreno, aunque en su origen es el resultado de una acción de delincuencia “Pirata” de apropiación de lo común, cientos de años después de su consumación, esta realidad deja de ser algo lo suficientemente consistente como para que pueda ser un argumento para reivindicar la reversión del proceso. Creo que la formula que podría tener más éxito, sería reconocer al propietario actual de la tierra como su dueño, pero no reconocer la exclusividad de su uso, que sería común. Soy consciente de que es precisamente la “Propiedad”, el más importante escollo a salvar en todo el planteamiento respecto a las comunidades “Decres”.

Otras reflexiones

El “Decrecimiento” como modelo económico, nunca será aclamado por la gran mayoría. Respecto del barco que se abandona, solo existe la hostilidad y el desprecio por poner en cuestión el estado de las cosas y las motivaciones que mueven a tantos millones de personas con una constancia y una fe que podría calificarse perfectamente de religiosa. Creo que es muy importante tener esto claro, de cara a que tipos de acciones políticas se pueden poner en marcha y cual puede ser su alcance. Es muy difícil hacer llegar a una población que utiliza gran parte de su tiempo de ocio a recorrer sistemáticamente grandes superficies comerciales a las que llega utilizando transporte privado, que es posible generar bienestar reduciendo drásticamente el consumo de materia y energía.

En unos tiempos en los cuales, los problemas medioambientales preocupan y mucho, el “Capitalismo” se defiende moldeando y haciendo suyos planteamientos que en un principio, pertenecían a su propia crítica. El movimiento ecologista ha puesto en bandeja al “Capital” un concepto muy potente que le está dando mucho juego. Ante la cada vez más creciente concienciación social ante los temas ambientales, el “Desarrollo Sostenible” ha creado una falsa expectativa sobre la posibilidad de poder seguir consumando un crecimiento continuado y a la vez, mantenerse dentro de los límites de regeneración de los ecosistemas. Ha añadido un componente ético al crecimiento económico que tenga la capacidad de venderse con criterios de sostenibilidad. Es un concepto que ha funcionado tan bien, que ya no existe proyecto ó infraestructura faraónica que no sea calificada de “Sostenible”. Conseguir la sostenibilidad y el crecimiento continuo, a la vez, es una contradicción lógica y desde el punto de vista político, un fraude.

Respecto a aquellos que puedan considerar que existe dogmatismo a la hora de plantear el “Decrecimiento” como la única alternativa para revertir la situación desde un punto de vista económico, comentar que la base de este supuesto dogmatismo es estrictamente lógica. Si consideramos que apostar por el crecimiento ilimitado en el tiempo es una huida hacia adelante, ya que es una contradicción respecto a la finitud del mundo, realizar el camino inverso sería decrecer. Y si además, damos por válidos los datos que nos advierten de que estamos viviendo por encima de la capacidad de regeneración del planeta, más o menos un 30%, entonces la necesidad de aplicar criterios en la dirección opuesta, sería imperiosa.

Como nihilistas que somos, seguimos creyendo que las soluciones a los nuevos retos solo pueden provenir de ideas novedosas y originales. En este proceso de vuelta que envuelve el movimiento “Decre”, imaginar que el “Pasado” fuera precisamente el horizonte por descubrir, sería una forma de invertir el sentido del tiempo, y que de pronto, la serenidad que aporta la sabiduría de lo ya vivido reemplazara al deseo ansioso de lo novedoso. Lo único que tenemos, al fin y al cabo, es pasado.

Nuestra epocalidad nos plantea una elección. Podemos seguir siendo espectadores y corresponsables del hundimiento ó, convertirnos en autores creativos de otro lugar y otro tiempo, aquí y ahora.

jueves, 30 de julio de 2009

LA DIGNIDAD Y EL ORGULLO EN CRISIS

por FKastro – “El Faro Crítico”
La crisis, empieza a dejar de ser un concepto. Hasta hace unos meses parecía una abstracción. Aunque supiéramos con anterioridad que en el tercer mundo la crisis tiene forma de niño palmándola por todo lo que yo puedo resolver en un supermercado o en la consulta del médico de cabecera. En cualquier caso, tanto hablar de crisis ha dejado un reguero de abstracciones que van tomando forma, que van adquiriendo la solidez del parado y del vagabundo entre cartones.

La posibilidad real de que algo suceda nos ha dejado un dolor extraño y terrible, un embotamiento paralizante, que no es ni más ni menos la primaria necesidad de intentar decidir por nosotros mismos. No dudo que decidir, y también sobre cuestiones que tanto nos atañen, lleva tiempo, tanto más cuando a menudo contemplamos que los diferentes agentes económicos y sociales no apuestan un céntimo por ninguna decisión individual.

En cualquier caso, aterrice hoy, mañana ó dentro de 1 año la crisis real que nos convierte en desechos, hay que advertir desde ya que debemos ir aparcando 2 conceptos que, aunque depreciados y actualizados, nos han acompañado estos últimos años. Hablo de la dignidad y el orgullo. Entiendo por dignidad, no el concepto que tenía que ver con el decoro y la urbanidad que se le acuñó durante siglos, sino al concepto con el que lo políticamente correcto lo ha imbuido, que no es otro que el de la capacidad de consumir. La capacidad de adquirir, proveer, ó poseer ha hecho que los individuos sean considerados dignos, incluso podríamos ir más allá considerándolos honrados, gente de provecho y gente de buena fe. El orgullo, que sería un paso más allá en ese periplo de la adquisición y en ese asentamiento de la dignidad como capacidad de consumo; sería lo consumido, lo ya adquirido, que además aumenta, y debe aumentar, de continuo. El orgullo de lo que se tiene (y hablo en presente), de lo consumido, adquirido, crecido y aumentado.

Estos 2 conceptos, la dignidad como identidad desde la cual nos reconocemos y nos señalan, Y el orgullo como expectativas cumplidas, éxitos logrados, lugar localizado en la sociedad. Son dos conceptos que en el nuevo modo de producción que la crisis económica lleva consigo, van a sufrir una erosión que puede transmutarlo todo en nuevos sentidos, nuevos modos de ser. Tragedias para unos, oportunidades para otros.

Viene todo esto a colación, porque aún no sabiendo con seguridad la dimensión de la crisis, y hasta dónde puede atacar, el verdadero último miedo es caer precisamente en la infrahumanidad (el tercer mundo). El consumidor occidental contempla aún 2 escalones antes, que serían la dignidad y el orgullo mencionado anteriormente. Ambos están siendo completamente erosionados. La dignidad era suministrada económicamente y el orgullo también, sólo que a esta última le añadíamos una pizca de marketing, autoayuda y budismo, para aumentar hasta el infinito nuestra vanidad consumista.

En cualquier caso, ambos conceptos, como otros muchos, fueron ocupados por el capital económico, y de alguna forma, desde la cuna, y a lo largo de nuestra educación teníamos una idea de vida que ya estaba diseñada (por quién y para qué no es importante) y en las cuales nosotros no debíamos decidir gran cosa. Si acaso la posibilidad de adquirir una vivienda en este u otro lugar, cambiar de automóvil de vez en cuando, y acudir a las reuniones del colegio de nuestros hijos. El consumo logrado, sea lo anterior o cualquier otra cosa, aumentaría nuestro orgullo y con ello nuestra vanidad. Vanidad y felicidad ya habrían sido rápidamente emparentados como primos hermanos. La dignidad, antes en pos de la comunidad para la que se servía, también sigue sirviendo a la comunidad, pero ahora en la demostración “ejemplificadora” de cómo alcanzar la posibilidad de tener y tener, mediante nuestra inteligencia, esfuerzo, u oportunidad. Perdón, inteligencia económica, esfuerzo económico u oportunidad económica. Hasta dar patadas a un balón tiene sus referencias económicas.

La crisis arremete claramente contra el consumo, contra la especulación, y sobre todo contra el orgullo y la felicidad arrumbada por el sistema económico. Y también contra la dignidad. Porque aún cercenando la capacidad de consumir, cuando nuestra capacidad de consumo empieza a orientarse hacia bienes de primera necesidad, y no a las vacaciones en las Seychelles, entonces nos acercamos a la infrahumanidad. Y la infrahumanidad es ese último peldaño en el que la dignidad ya ha dejado de existir.

La destrucción de la dignidad y el orgullo, ocupan en la mente de quienes han sido educados y actualizados en un sistema económico, toda su vida de punta a punta. Soy digno porque puedo tener. Estoy orgulloso porque tengo. Fuera de esa lógica surge el miedo paralizante. Y ante todo, para todo aquel que no sepa a que me refiero, hago referencia a que toca tomar decisiones. Decisiones individuales o comunitarias que nos alejan de la dinámica económica, o que nos acercan, según se mire. Miles de personas querrán retomar la dignidad para volver a tener la posibilidad de adquirir un nuevo utilitario o un nuevo inmueble en la costa. Pero los más realistas, comprobarán en breve, que la dignidad y el orgullo, como los hemos conocido hasta ahora, son sólo un fino barniz que está desapareciendo.

Nos descubriremos que no éramos tan personas como creíamos, ni tampoco tan talentosos, al descubrir que paseamos en colas silenciosas que ya no pueden consumir. La crisis puede hacer que nuestras mentes se emboten para protegernos del dolor de lo perdido o lo no adquirido, y también de alguna manera veremos que las alertas que antes manteníamos siempre encendidas para trabajar a destajo, de repente se habrán fundido. Embobados y absortos para protegernos del shock, nos quedaremos paralizados cuando nos toque decidir. ¿El qué?. Decidir cómo vivir, cómo actuar, y cómo movernos lejos de una economía que ha sido nuestra propia vida.

sábado, 16 de mayo de 2009

Error de sistema

Los mundos virtuales que se reproducen en las computadoras se presentan como un magnífico campo de ensayo para poner a prueba la dialéctica platónica. Gracias a ellos, podemos entender y a la vez, salir de la perplejidad que provoca comprobar, como una estructura social como la nuestra, es capaz de subsumir casi todos los movimientos que aparentemente trabajan en dirección contraria al orden establecido. La lógica por la cual el sistema detecta a la crítica ó diferencia, que puede amenazar su integridad y la reconduce para ningunearla ó provocar su aborto, es la misma lógica que utilizan los sistemas informáticos para tratar los incidentes internos al sistema.
Por Jose Luis Manchón -"El Faro Crítico"

El error en un sistema informático tiene el nombre de excepción. Una excepción es algo que, desde el punto de vista del sistema, no debería acontecer. Una excepción incontrolada interna al sistema, no ocurre por una especie de conato de espontaneidad, sino porque el sistema aún no es lo suficientemente perfecto. Tiene alguna grieta por la que se filtra la excepción. En un sistema social con una estructura tecnológica-platónica, la diferencia será siempre motivo de represión, ya que siempre se considerará como un defecto del sistema, y por tanto, como algo a corregir. El Orden y la adecuación a las normas establecidas como máxima expresión de virtud.

Los lenguajes de programación de alto nivel, son lenguajes que implementan lo que se ha venido a denominar orientación a objetos. Un objeto es una estructura que se compone de una colección de propiedades (Ej: Color, Tamaño, Tipo) y acciones que puede realizar (Ej: Calcular la hipotenusa de un triángulo, Calcular la distancia entre dos puntos respecto a unas coordenadas, cambiar de color). Lo más importante es que un objeto configura y delimita una tipología. Por analogía, los objetos serían las ideas de Platón.

La programación orientada a objetos permite realizar procesos informáticos provocando la interacción entre distintas tipologías de objetos con un objetivo concreto. A su vez, los objetos-ideas se configuran, como síntesis de otros objetos, excepto el objeto “object” que se sitúa en el vértice de la jerarquía de objetos ideal. “Object” sería en el esquema Platónico, la idea de Bien.

Cuando se diseña un sistema informático, se crea un mapa que representa una jerarquía de objetos enlazados, en cuya cúspide está el objeto “object”, del cual heredan todos los demás. El objeto “object” es simple, representa un Modo de Ser y se configura como la condición de posibilidad que permitirá estructurar una jerarquía de objetos-ideal. Todos los objetos que hereden de este, en su conjunto, podrán articularse como sistema.

Los objetos–ideas se enlazan verticalmente a través de linajes de padres e hijos, y en todas las demás direcciones mediante propiedades que referencian a otros objetos, en una malla piramidal que se construye en sentido inverso, desde la cumbre. Este mundo categorial es el terreno de la Dialéctica Platónica.

Existen objetos singulares, que por su significado, configuran “Casta” (Ej: Objeto Excepción). A partir de estos objetos, todos los objetos herederos pertenecerán a esta casta, y los demás objetos los tratarán, normalmente, de determinada manera, por ser reconocidos como pertenecientes a una casta concreta.

Inmediatamente heredando de “object”, aparecen los objetos–ideas que corresponden a los números, e inmediatamente después aparece el objeto Diferencia-Excepción. Por lo tanto, el sistema prevé desde el principio, la posibilidad de resistencia. También aparecen, al mismo nivel que el objeto Excepción, otros muchos de tipo generalista, que tienen en común la implementación de lógica para permitir el tratamiento de la Diferencia-excepción. A partir de estos, primeros, se irán creando todos los demás por herencia, aumentando la complejidad del objeto, conforme aumente su lejanía en el árbol genealógico a estos objetos-ideas principales. El objeto-idea al heredar de su inmediato padre, no solo hereda las propiedades y capacidades de acción de este, sino que además, aglutina todas las propiedades y las capacidades de acción de todos los objetos pertenecientes a su linaje. El objeto-idea “object” es la base de todos los linajes posibles. La singularidad en la cual se configura el objeto-hijo, que le hace diferente a su padre inmediato, se puede deber a:

1. Que el objeto-idea hijo defina acciones y propiedades nuevas que no contenía el objeto-idea padre, ni cualquier otro de su linaje. (Ejemplo: El objeto-idea “Vehículo” tiene como propiedades “Colección de ruedas”, “Chasis” y “Volante”. Como acciones, “Acelerar” y “Frenar”. El objeto-idea “Camión” hereda de “Vehículo” pero le añade la propiedad “Remolque”)

2. Que el objeto-idea hijo sobrescriba propiedades y acciones del padre, cambiando el comportamiento de determinadas partes del objeto, pero sin renombrar propiedades y acciones. En las sucesivas herencias, no serán accesibles directamente las acciones y propiedades que hayan sido sobrescritas, que quedarán veladas para la herencia, a partir de este nivel en el árbol jerárquico.

3. Que el objeto-idea hijo renombre simplemente, propiedades y acciones, sin cambiar el comportamiento de estas. Es la forma por la cual, el objeto que hereda, puede, reescribiendo propiedades y acciones, matar al padre. A partir de ese momento, todas las propiedades y acciones sobrescritas, pasan a ser originales para este objeto último. La herencia a partir de este nivel reconocerá la originalidad de lo nuevo en este objeto y no en sus anteriores de los cuales hereda. Será un objeto-idea con una falsa singularidad.

4. Que se de cualquier combinación entre las opciones anteriores.

La “Verdad” computacional, al igual que la Verdad en la dialéctica platónica, se formula como la localización de la categoría adecuada dentro de la jerarquía de objetos-idea, que corresponde y representa a una realidad dada.

El objeto-idea “object” permite el comportamiento dialéctico reflexivo. Este comportamiento será compartido por todos los objetos de la jerarquía que conforman el sistema, ya que todos heredan, en último término, de él. De esta manera, cualquier objeto-idea podrá saberse a si mismo, y a la vez, descubrir su linaje completo y el de cualquier otro objeto-idea, ya sea ascendentemente hacia “object”, o descendentemente, avanzando por división de los objetos particulares contenidos en cada objeto en cuestión. Casi todas las reglas lógicas que se implementan en un sistema informático, tienen que ver con encontrar la correspondencia entre un objeto en ejecución y su categoría ideal.

El programa informático compilado se correspondería con el mundo de las ideas. El programa informático en ejecución se correspondería con el mundo sensible descrito por Platón. La figura del demiurgo correspondería con el proceso que se encarga de provocar la ejecución del programa, realizando una copia de la jerarquía de objetos–idea hacia un estado que denominaremos “Instancia”, provocando la génesis a la vida virtual de estos objetos-ideales a partir de la chora o receptáculo del ordenador. El sustrato-chora a partir del cual toma forma el programa informático es el “Sistema operativo”, que es una virtualización, y por lo tanto, otro programa informático, que representa a la máquina física real en la cual se asienta. El programa informático tiene acceso a la máquina física (Ejemplo: Escribir en disco) siempre a través del Sistema Operativo.

El mundo sensible en los mundos virtuales informáticos, como ya hemos dicho, equivalen al programa en ejecución. Cuando un programa informático entra en ejecución, está en un estado que virtualiza la vida. Decimos de una aplicación cuando está en ejecución, que está viva.

Cada objeto en ejecución es identificado con un número unívoco, al igual que en la realidad cada persona es identificada con el número de su carnet de identidad.

La principal diferencia entre el mundo sensible virtual y el mundo sensible que estudió Platón, a parte de ser real, evidentemente, es que, en este mundo sensible computacional, se reproducen los objetos diseñados, fielmente. En este mundo, la ejecución de los objetos-ideas es perfecta. La idea de círculo ideal perfecto se representa como circulo perfecto en su ejecución. Pero no es un mundo completo, afortunadamente, ya que ideas como el Amor, la Amistad, la Prudencia, etc… no tienen cabida en este escenario numérico.

El tratamiento de las diferencias-excepciones

Una diferencia-excepción es un tipo de objeto-idea que al expresarse, el sistema percibe como amenaza. El sistema no es otra cosa que la comunidad de objetos–ideas en ejecución como programa informático. Por lo tanto, la comunidad en su conjunto se siente amenazada. El sistema, como ya hemos comentado, incorpora un eficaz sistema dialéctico de detección de tipologías de objetos, compartido por todos los miembros de la comunidad, de forma que es imposible que un sistema informático no pueda controlar cualquiera de las excepciones internas al sistema, que pueden llegar a darse, ya que, ó la conoce, ó conoce cual es su linaje.

Todos los sistemas informáticos bien diseñados técnicamente, incorporan al menos, un objeto–idea-político-policial especializado en el manejo de excepciones. El “Manejador de Excepciones” contiene toda la lógica necesaria para reconducir una diferencia–excepción y hacerla inocua al sistema. De esta manera, como ya hemos dicho anteriormente, en el diseño del sistema ya se reconoce la figura de la diferencia-excepción y su tratamiento.

En el momento que una diferencia-excepción “molesta” a un objeto-idea, automáticamente, el sistema reflexivo dialéctico de detección de tipologías de objetos-ideas, busca en el diseño de la jerarquía ideal, cual es su tipología y cual es su linaje - pobre, negro, punk, islámico...- y dependiendo de la verdad devuelta, en clave categorial, el objeto en el cual se ha expresado esta diferencia excepción lo notificará al objeto manejador de diferencias–excepciones-político-policial y mientras tanto, se protegerá de el. No existe presunción de inocencia. Su casta le delata.

El manejador de excepciones, una vez recepcionada la diferencia-excepción, la clasificará según el siguiente catálogo.

1. Diferencias-excepciones conocidas

Las diferencias-excepciones conocidas son aquellas cuya tipología está registrada en la colección de excepciones a tratar por el objeto manejador de diferencias-excepciones–político-policial. Son excepciones fichadas.

El objeto manejador de excepciones sabe perfectamente como tratarlas, como hacerlas trabajar en beneficio de la estabilidad del sistema, ó incluso anularlas, inmediatamente después de su génesis, si el contexto en el cual se da no es adecuado para realizar tratamiento alguno, o es preciso ocultarla a la comunidad.

Todos los objetos-ideas compuestos, son susceptibles de albergar fisuras que permitan la posibilidad del acontecer de la diferencia-excepción. Todos contienen las estructuras necesarias para su detección y redireccionamiento al manejador de diferencias-excepciones.

Que mejor que una comunidad normalizada, para detectar fácilmente a la diferencia. Que mejor que un objeto especialista en manejar y tratar a la diferencia enfermiza, para aplastarla.

2. Diferencias-excepciones desconocidas

Las diferencias-excepciones desconocidas son aquellas cuya tipología, aunque no forma parte de la colección de excepciones a tratar por el objeto manejador de excepciones, su linaje si es reconocido como diferencia-excepción ya que algún objeto dentro del linaje ascendente, del cual hereda, es una de las diferencias-excepciones conocidas para el sistema, por lo cual, el objeto manejador de excepciones puede tratar a la excepción como a todas las de su casta, apoyándose en las características y acciones conocidas del objeto diferencia-excepción en cuestión.

Paralelamente, el objeto manejador de excepciones desvela, mediante el método dialéctico reflexivo, las propiedades y acciones diferenciales respecto a las de su casta, incorporando en la memoria del manejador, la irrupción de esta nueva excepción con todas sus características y comportamientos, para que en un momento de rediseño y perfeccionamiento del sistema, pueda existir la posibilidad de tratar a esta diferencia-excepción de una forma más “personalizada”.

3. Las diferencias-excepciones no controladas

Una excepción no controlada es aquella, que precisamente actúa, como su nombre indica, sin control. Es excepción porque es una amenaza para el sistema, en su conjunto, aunque no sea percibida como tal.

Existen dos tipos de excepciones diferencias no controladas:

3.1. No controladas internas al sistema.

Son diferencias-excepciones que en su linaje ascendente no tienen ningún objeto miembro que sea reconocido como excepción, pero que cada vez que es referenciado por un objeto-idea, va provocando una presión difusa acumulativa por consumo de recursos, normalmente, (Ej: Consumo incremental de memoria), que finalmente puede provocar el debilitamiento de la fortaleza del sistema y su funcionamiento. Este tipo de diferencia-excepción trabaja codo con codo con los objetos-ideas que lo referencian en alguna de sus propiedades ó acciones, y por lo tanto, los afirma, pero a la vez, provoca inestabilidad en su funcionamiento de una forma sutil y débil, sin confrontación, y lo más importante, sin activar los mecanismos de exclusión.

3.2. No controladas, externas al sistema

Cuando ocurre una diferencia-excepción no controlada externa, simplemente el sistema no la percibe, no entra dentro de la lógica dialéctica reflexiva, no hereda de “object”, y por lo tanto no pertenece a ningún linaje. Está fuera de la estructura del sistema. En este caso el sistema queda a merced de la diferencia-excepción ya que no está incluida dentro de la jerarquía de objetos-idea previstos. El sistema no ejerce tratamiento sobre ella, ya que el manejador de excepciones no ha percibido amenaza alguna, ni se ha activado el método dialéctico reflexivo de reconocimiento de tipologías.

Otro mundo es posible

He intentado explicar desde el punto de vista tecnológico, como un sistema pitagórico-platónico, análogo en su funcionamiento a la sociedad occidental actual, es capaz de reconocer a la crítica y anularla. Lo más importante, por lo tanto, es reconocer cual es la grieta desde la cual la crítica si puede actuar e influir. Esta grieta tiene que ver, desde mi punto de vista, con el espacio que pueden ocupar las “Diferencias-Excepciones no controladas internas al sistema”.

Volviendo al mundo real. Creo que esta resistencia que vehiculará el cambio que ha de producirse, se organizará dentro de unas estructuras sociales, no jerárquicas en su organización, multidisciplinares y cohesionadas por la amistad y el deseo de lo mejor de lo posible. Serán comunidades altruistas y no contarán entre sus objetivos, acceder al poder, aunque lo cortejen. El fundamento de la importancia de esta cuestión, es evitar así la crítica dialéctica al posible interés económico o de poder político como finalidad del discurso. Serán colectivos que trabajarán para influir en el poder, con el objetivo de que las reglas del juego deriven hacia lo mejor de lo posible, de una forma pacífica.

Estos colectivos tendrán una postura no violenta, paciente y que evite el choque frontal con el objeto de crítica, de la única manera posible: afirmándolo. Solamente desde la afirmación, el objeto de crítica que representa al poder no se sentirá amenazado y por lo tanto, no se esforzará en abortar la crítica. De esta manera, la crítica podrá tomar los lugares y desde esta posición, hacerse escuchar. Sin violentar al adversario, podrá sugerir la enmienda de los errores detectados con amabilidad y respeto, comunicando que se comprende, aunque no se comparte, el razonamiento por el cual se ha llegado a esa situación inadecuada. Apelando siempre a la legitimidad.

Por lo tanto, imaginar como se debería articular la oposición y resistencia a un sistema de este tipo pasa por realizar acciones críticas que por su estructura no permitan la activación de los dispositivos excluyentes de tratamiento de diferencias-excepciones de los que está dotado.

Estoy convencido que la acción de la que hablo, ya está siendo y será, el germen del cambio que tantos deseamos. Justo cuando la barca en la cual navegamos, está a punto de caer por el abismo, y necesita del margen del río para sortear el, aparentemente, letal fin; la filosofía nace y actúa para, como el Oráculo griego, señalar el camino.

jueves, 23 de abril de 2009

Nosotros

por Africa De Vivar - "El Faro Crítico"
Reunión - Africa De VivarSabíamos que llegaría un momento en el que se pondrían de manifiesto las contradicciones estructurales del sistema revelándose su inviabilidad y ahora, que esto ocurre, la izquierda y la derecha se empeñan en demostrar que lo que sucede es tan solo un avatar, un dificultad superable dentro de la trayectoria lineal, prefijada y ascendente.

En la sociedad del espectáculo, cuando la realidad es substituida por su imagen, toman protagonismo las divisiones que son aparentes y aparatosas, frente a lo que debería ser tenido en cuenta, en este caso la universalidad de la miseria.

Bajo este prisma las tragedias personales se contemplan como el resultado de una lotería macabra y no como la manifestación consecuente del orden de cosas establecido. Según Heidegger “mas allá de la guerra y de la paz está la usura del ente, auto-asegurándose y el absoluto abandono del ser”.

De momento no hay una respuesta social que cuestione, a fondo, el modelo vigente. Necesitaríamos una reproposición ética, con su consiguiente repercusión estética, que impulsara nuevos paradigmas racionales.

En mi opinión, cuanto más tiempo tardemos en hacer un análisis riguroso, más dramática será la situación. La realidad insostenible de los excluidos reclama un futuro de sostenibilidad para todos, su mera existencia se convierte en una denuncia que reclama soluciones. Se trata de dar voz a “los sin voz” un lenguaje de resistencia frente al poder opresor, un suceso colectivo que termine con la dialéctica de victimas o verdugos.

Si buscamos un ámbito de acción no violenta, un ámbito para la reflexión, el intercambio y el acuerdo, este lugar es el lenguaje entendido como espacio público, ágora, huerto o puerto, donde exponer las opiniones razonables y defendibles en aras de una ontología pluralista de las diferencias.

En el espacio de la realidad intralinguistica en el que la tarea de pensar se revela como praxis, el acto está a las órdenes de la palabra. La palabra tiene un valor de herramienta, para Gabriel Celaya “la poesía es un arma cargada de futuro……existiendo y afirmando como un pulso que golpea las tinieblas”, las tinieblas de la sinrazón, el acto sujeto a las órdenes de la palabra y la idea de existir como un acto de afirmación, de ocupación, de ser y estar en una epocalidad concreta.

El sometimiento a límite de los problemas, con el que el logos cerca los hechos en el concepto, significa llevar a su último término la realidad contenida en una noción. No obstante el uso compartido del logos presupone unas reglas básicas de validez, coherencia y corrección formal, el empleo arbitrario e inmoral nos conduce a la idea de “Babel”.

Se impone la deconstrucción de las mitologías actuales, lo que conlleva un análisis en profundidad de los errores que nos han conducido hasta aquí, junto con una labor de rescate arqueológico del saber, como recepción de todos aquellos legados que nos pertenecen y pueden sernos útiles. Tratando de encontrar un punto de vista vinculante del que partir para fundamentar la acción política ocupando así de pleno derecho nuestra época.

Verdad, memoria y acción como eje central de la existencia, la única posible para el ser que es en comunidad. La palabra que arranca del olvido, memoria y análisis que evitan la repetición de errores. La palabra, en fin, como instrumento de evolución, una herramienta para la construcción de lo mejor de lo posible.

Según Teresa Oñate “lo sagrado y lo divino es el ser en el sentido de su acontecer, siendo pues lo divino la esencia del lenguaje”.

El calificativo de divino que Heráclito atribuye al logos y Parménides al ser, entendiendo que es lo mismo ser que pensar, hace que ambos coincidan en que lo sagrado es la palabra, en este caso, la palabra, donde acontece el ser.

Si pensamos que el ser necesita del lenguaje como lugar de aparición y que en la palabra se revela la identidad de lo nombrado, es fundamental reflexionar sobre el concepto del ser.

En mi opinión, se podría buscar la equivalencia del ser y el yo. Una propuesta del yo que partiendo de la radical subjetividad inicia la búsqueda del otro, el otro que hay en nosotros y que refleja la distancia máxima de nuestro límite configurativo. La alteridad que es constituyente del yo y que puede ser expresada en una coopertenencia: Nosotros.

El discurso que se establece desde este latido primordial, sentido en sus últimas consecuencias, implica al yo en el tú y, de ahí, el plural, en una necesidad de compartir, entender.

Nosotros estando y siendo en el contexto histórico. Jugando con la doble acepción de ser y estar como ocupación de un lugar, nuestra existencia, entendiéndonos como posibilidades con vocación de desarrollar lo mejor de lo posible.

Somos en el nosotros, somos en comunidad, somos en el lenguaje.

“Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber”.

Nosotros victimas de la violencia, del hambre, de la injusticia. Yo en ti y tú en mí, sintiendo en sus últimas consecuencias la consustancial implicación.

García Lorca habla de una mujer, que solo cantaba cuando la boca, decía, le sabía a sangre.

Pues bien, la boca sabe a sangre, no podemos callarnos, nuestro silencio es cómplice.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Los objetos ante la crisis

por Juan Luis Calero - "El Faro Crítico"

La crisis deja al descubierto una chatarra que no tiene ninguna utilidad, no es imprescindible para vivir ni colma nuestras expectativas vitales. En la casa guardamos pAlicia Monevaorciones de materia que despiertan en nosotros chispazos de nostalgia. Nos despertamos de un día para otro y vemos la casa llena de detalles que nos recuerdan al pasado, a los viajes que hemos hecho y a las compras frenéticas emprendidas en un momento de ansiedad; tenemos libros pendientes de leer en las estanterías y las enciclopedias permanecen hasta nueva orden rendidas por la espera. Porque , a veces, compramos en busca de la satisfacción definitiva que es como calmar la sed con agua salada. La crisis tiene sus ventajas y sus inconvenientes: se nos queda delante lo esencial y se esfuma lo superficial e inútil. De un día para otro, somos conscientes de las habitaciones que sobran, de los pasillos largos que nunca se iluminan, nos vemos rodeados de objetos que hemos comprado cuando pensábamos que las vacas gordas durarían toda la vida, cuando creíamos que la felicidad se puede atrapar y alcanzar en la incesante rueda del consumo sin fondo. De pronto nos sobran objetos en las estanterías, nuestra condición de Homo collector pierde sentido al descubrir que la mercancía que guardamos sólo nos quita la luz e impregna las estancias del aroma de los días que se marcharon. El salero desabrido de plata que compramos en un viaje nos resulta inútil, el abrigo que nos costó un riñón ya no nos gusta, las corbatas están muertas de risa por falta de uso; el candelabro de siete brazos ha dejado de tener interés, la máscara de madera que compramos en un mercadillo tiene ahora una mueca espantosa que no vimos el día que la trajimos a casa. Los objetos que atiborran los armarios carecen de importancia inmersos en una crisis que tumba a muchos y que apenas roza al que está en el palo de arriba. Se nos pasa por la cabeza hacernos minimalistas en esta época de paro brutal, nos montamos en la moda que desprecia la abundancia material y que venera la elegancia de las paredes vacías, maldecimos la escoria que refleja nuestra confusión mental. Nos decidimos por expulsar de nuestras vidas, en un ataque de feng shui , todo aquello que nos sobra en el armario del cuarto de los trastos; los álbumes de fotos más que paralizar un bello momento en nuestra biografía, muestran de improviso el fugaz y misterioso paso del tiempo. Queremos borrar de un plumazo la memoria que reposa en esta nata nostálgica que decora y envuelve los objetos que hemos desechado. Paralizados en el vacío se nos hace evidente que nos sobra de todo y que nos vale un espacio muy reducido para ir tirando, si no, que se lo digan al insigne arquitecto Le Corbusier que, después de haber construido casas y mansiones de lujo para otros, decidió terminar sus días en un breve habitáculo, en una habitación de unos quince metros cuadrados con vistas al Mediterráneo como si fuera un monje que espera la iluminación.

viernes, 23 de enero de 2009

Comprender y acontecer el futuro

por MLP– “El Faro Crítico”
El Faro Crítico es un grupo de amigos que, unidos por la filosofía, queremos hacer crítica de nuestro presente como condición de posibilidad de entrever en “los tiempos que corren” elementos emergentes de un futuro que dé lugar a otro modo de estar instalados en el mundo. Llevados por ese compromiso, el de comprender nuestra propia historicidad, y entendiendo que la filosofía sólo se puede dar en el diálogo con el otro, queremos ampliar nuestros debates y experiencias en plazas públicas, como el Foro Mundial en donde un amplio número de colectivos presentan desde hace años propuestas de acción alternativas al poder y el capital.

La filosofía, desde sus comienzos, ha sufrido un debate interno sobre su propia tarea. Para resumirlo de una forma tosca: se ha decantado por la reflexión abstraccionista y creadora de conceptos universales, dando contenido a mundos metafísicos, o bien ha preferido ser un fármaco, una especie de catarsis, que nos permite evadirnos de este mundo de lágrimas (aunque en realidad, para decirlo con Trías, las dos opciones son la misma pues es un escape hacía un más allá metafísico el que nos consuela de este purgatorio). Sin embargo, una gran parte del pensamiento crítico contemporáneo, que se presenta como una amplía retícula con multitud de nexos, linajes y ramificaciones, converge en la problemática del sentido y la comprensión de la realidad, la del siglo XX y siglo XXI. Se trata de un pensar creativo que ha trazado mapas, planteado problemas, creado conceptos con cúmulos de vibraciones, estimulando nuevas modalidades de expresión que despliegan dimensiones de nuestra racionalidad desconocidas u olvidadas, creando nexos entre el pasado y el presente que devienen en nuevos modos de vivir y pensar el mundo. La filosofía contemporánea ha arriesgado ideas para crear superficies de inscripción de nuevos registros lingüísticos, completamente diferentes, sin las verdades absolutas ni los fundamentos que han regido nuestra racionalidad, que han dado lugar a las dualidades que procura una dialéctica infinita donde el bien se alimenta del mal y en donde es posible comprender el mundo, nuestra realidad, mediante el juego de las interpretaciones.

Porque la interpretación no se limita a describir o reflejar el mundo de un modo más o menos complejo, sino a invocar o escuchar lo no dicho, lo no pensado, lo tapado o relegado a los márgenes de una pasado superado y escindido. Porque el esfuerzo interpretativo tiene su propio carácter vinculante y normativo en el acontecer de una tradición viva que media continuamente entre el pasado y el presente, abriendo posibilidades de futuro. En la tarea de pensar el “hoy” como una diferencia histórica, es necesario pararse ante la vida, ante la historia y ante todas las realidades que nos rodean para dar un paso atrás situándonos al borde del camino y tomar conciencia de cómo hemos llegado a donde nos encontramos, pensando en las posibilidades que hubiéramos abierto si nuestro pasado hubiera sido otros, dejando atrás la pesadilla de un “único camino” de la historia de la humanidad, permitiendo la posibilidad y el valiente desafío de remover aquello que se percibe inmóvil, fragmentar lo que se pensaba unido y mostrar la debilidad de aquello que se mostraba como fuerte. Esos valores que en aras del progreso y la libertad nos han conducido a cometer las mayores atrocidades, a destruir nuestro planeta, a dar vida de nuevo a uno de los ejes motores del capital, sus eternas crisis.

Esta forma de bucear en el presente, que desde Nietzsche llamamos genealogía y que nuestro pensar contemporáneo ha llamado “ontología del presente”, es afirmar la posibilidad de que la libertad no es un universal metafísico, ni siquiera un derecho otorgado, sino una construcción, una tarea y un desafío. La “ontología del presente” es sabernos valedores de la posibilidad de vivir la vida como una obra de arte. Es una mirada que permite ver un pasado siempre múltiple y posible, permitiéndonos y obligándonos a asumir la responsabilidad de heredar, elegir, descartar y preguntarnos que otros campos de experiencias estamos dispuestos a recibir, a crear, a dar forma mediante nuestros lenguajes en el futuro.

Y bajo la mirada de una “ontología de la actualidad”, esta crisis que nos reúne y que espolea nuestro presente lleno de complejidad e incertidumbre pone de manifiesto que el capitalismo, integrado e integrador del proyecto de la modernidad, no se disgrega amenazado por un enemigo exterior, ni ideológico ni siquiera bélico, sino por la consecución de sus propios objetivos de desarrollo social, económico y científico. Algo que, auspiciado por las premisas de un “todo es posible” en aras del progreso de la humanidad, ha topado con el límite que deslegitima todo su futuro. Y una vez que hemos llegado al límite, si queremos pensar en un mundo distinto, si no queremos seguir imaginando imposibles, no queda más remedio que dar la vuelta, que volver a andar lo andado para poder dar lugar a otro comienzo. Porque el cambio, ese nuevo comienzo, no puede partir de cero, sino que tiene como núcleos de continuación la identificación de la realidad donde se presenta su comienzo, respondiendo a la preguntas “¿Dónde estamos?” y “¿Cómo hemos llegado aquí?”. De esta forma, la crisis de nuestro presente enlaza el pasado con el futuro dejando claro, poniendo en limpio cuáles son las diferencias que se tienen que dar entre uno y otro.

Porque ya no es legítimo tratar de adecuar la realidad a nuestra precomprensiones y proyecciones de acuerdo con verdades universales, alimentar nuestro afán de transformación y vivir tratando de inventarnos en vez de lanzarnos al descubrimiento de nosotros mismos y nuestro momento. No podemos seguir pensando en un futuro mediante un proceso de racionalización que proyecta una imagen de dominio y control sobre el mundo que, lejos de eliminar el temor, la incertidumbre y las contingencias, termina produciendo el riesgo continuo, la incognoscibilidad de lo real, la pérdida de seguridad ontológica, el retorno al mito, la individualización y, en definitiva, hombres y mujeres infelices, encerrados en proyectos emancipatorios que el propio capital les impone, siendo instrumentos de sus propios instrumentos.

La crisis ha puesto en evidencia límites que no es posible rebasar: nos ponen en la certeza que es posible otro mundo, que estamos preparados para escoger otras palabras que nombren nuestra realidad y que todo aquello que se nos presentó como los fundamentos fuertes, esos valores que debíamos preservar y cuidar, termina siendo hoy lo débil que no necesita de nadie para debilitarse, que ya lo hace sólo. Todo aquello que la modernidad despreció en su búsqueda infatigable de poder y hemos olvidado, es lo que tenemos que recuperar y cuidar: lo frágil, lo débil, lo insignificantes, los sencillo, lo no efectivo, no productivo, no tecnológico, no defensivo u oportuno. Tenemos que bucear en nuestra memoria y devolver al presente las acciones intensivas que sólo son posibles en comunidad, en donde se dan los lenguajes creativos de la política, la ética, la pedagogía, el arte y también, el de la economía. Volver a dar valor de utilidad a los instantes en donde somos plenamente, no porque somos más o mejores sino porque nos damos por entero a la vida, a su afirmación afirmando la muerte como límite, a no creer que por llegar a la luna la luna es nuestra, es decir, que todo lo que se cumple es bajo el término de la técnica, de la razón humana. Necesitamos dar paso al azar, a lo fortuito, a lo inesperado para acoger un futuro que sea distinto pero, no igual.

Todo esto que vemos y que no habíamos podido ver nunca, el derrumbe del sistema financiero, el colapso industrial, la falta de respuesta de los expertos y su imposibilidad de predecir el futuro para crear un plan que seguir, las contradicciones de algunos políticos defensores del neoliberalismo con planes millonarios de rescate de la empresa privada, gurús de la economía esposados o llevados al suicidio… Toda esta puesta en escena de una tragedia inusitada da cierta clarividencia para discernir un posible porvenir que sugiere un nuevo espíritu en la tierra, unas relaciones y un entendimiento que no asusta ni desconcierta. Como decía Nietzsche, “Los pensamientos que estremecen al mundo llegan a paso de paloma, las palabras que traen la tempestad son las más silenciosas” y de forma oculta, sigilosa y muy discreta algo se ha puesto en marcha en nuestras conciencias para decir que no es posible seguir viviendo en un mundo que exhibe sin vergüenza su mentira, su injusticia y su sed de venganza, que destroza todo atisbo de esperanza y reconciliación, y que no es posible seguir legitimando:

1.- Estados, que amparados por cortinas de humo, fuera de toda competencia política o jurídica, es decir, de posible intervención de la comunidad, protegen sumas de dinero que superan el presupuesto y el PIB de algunos países.

2.- La mano invisible del mercado como único motor de nuestros sistemas de producción y subsistencia. La mano invisible del mercado es muy visible, que tiene nombre y apellidos, algunos de ellos hoy en vías de sentarse delante de los tribunales o sumidos en la depresión más profunda. Que hace falta una intervención por parte de todos, una política que limite la capacidad de especulación y de crear economías “no reales”.

3.- El comercio con bienes y servicios de primera necesidad. Los alimentos, el aire, el agua y la tierra no pueden ser productos del mercado, expuestos a la ley de la oferta y la demanda.

4.- El uso de la naturaleza como un almacén de recursos que auspician el bienestar del ser humano. Entre la naturaleza y los hombres y mujeres del siglo XXI no se puede seguir dando ese tipo de escisión que crea un coste medioambiental que compromete la existencia de los seres de este planeta.

5.- La falta de control y de límites que abre brechas en el sistema que permiten el comercio de armas, droga y seres humanos, convirtiendo a sus agentes y sus mercados en aparatos de poder y control de las sociedades y los estados.

Pensar lo nuevo conlleva ciertas dificultades si nos aferramos a la idea de que lo que está ahí es único y que lo nuevo sólo es posible gracias a una trabajosa modificación de la realidad o a un milagro en un tiempo que no es éste. No hay tiempo para lo nuevo si nos aferramos a la realidad, a la historia como cadena del pasado-presente-futuro, si entendemos que lo nuevo es algo que se agrega al conjunto de lo dado y requiere para su producción un artífice creador. Si entendemos que no hay hechos sino interpretaciones y que la vida es una transformación permanente, podemos vivir los tiempos de espera, de silencio e incluso los de crisis como originarios de un nuevo devenir que nos traspasa y que necesitará de nuestra creatividad y cuidado para que pueda darse. Esta es una tarea que nos compromete a todos, los incluidos en las peores estadísticas de deuda y paro, los que nos mantenemos en el sistema con mucha precariedad, los que llegan a final de mes y los que necesitan recurrir a la prestación social. Pensar la crisis como posibilidad de cambio es nuestra tarea como ciudadanos que queremos dejar a un lado el “totalitarismo de la indiferencia”, que queremos actuar en nuestra política democrática, en nuestra educación, en todos los aspectos que construyen y conforman una comunidad, no como seres individuales, medios en si mismos, útiles para un poder que por fin ha desvelado lo que tenía más oculto, que su debilidad era no poder cumplir jamás sus promesas de progreso pero si procurarnos la máxima desolación.

Así se dan las condiciones para un mundo distinto, no igual; un futuro impreciso que no sea el de una utopía ni el de un modelo ideal al que tengamos que adaptar constantemente todos los fenómenos. Un mundo que asuma los límites de nuestro propio pensar, de nuestras esperanzas e ilusiones, donde podemos vivir con lo que necesitamos, con menos de lo que hasta ahora hemos creído requerir, porque las cosas no nos dan felicidad. Se dan las condiciones para poder pensar en un mundo donde no sea necesario escindir los conflictos entre nuestros límites constituyentes, entre los individuos, “yo” mortales, y la comunidad, un “nosotros “inmortal”, entre un pasado irrevocable y un devenir imprevisible, mediante un pensamiento único, global que disuelve lo otro, lo diferente, la posibilidad de que se dé una racionalidad creativa.

Hace unos días decía Saramago que otro mundo era posible pero que había que hacerlo. Las voces que han sonado en este texto, Foucault, Nietzsche, Derrida, Hocrkeheimer, Adorno, Vattimo, Heidegger, Gadamer, Teresa Oñate, Quintín Racionero, Ramoneda, Fernández Lidia y otros muchos que han trabajado intensamente para que se pueda dar un lugar diferente donde existir en la misma tierra de siempre, sin utilizar la imaginación o recurrir a los mitos que nos instalan en mundos ideales, más allá de la tierra, más allá de este tiempo. Junto con los grupos de acción, junto con el resto de los ciudadanos, tenemos la responsabilidad de arriesgar como ellos y crear posibilidades nuevas para situaciones diferentes.

martes, 13 de enero de 2009

Gaza, Obama y el crack financiero

Israel ha comenzado una ofensiva contra la franja de Gaza, argumentando defensa legítima ante el constante lanzamiento de misiles por parte de Hamas. Esta acción militar ocurre en un escenario internacional que estaba ocupado hasta ese momento por el colapso financiero internacional y el triunfo de Obama en las elecciones estadounidenses.

por JOSE LUIS MANCHÓN - "El Faro Crítico"

El sionismo se ha hecho fuerte, en una región hostil a sus pretensiones, asentado en tres ejes. Una capacidad militar hipertrofiada (1), el control de gran parte del sector financiero mundial y el apoyo político incondicional de Estados Unidos. Es un respeto ganado por la fuerza, pero, como no podía ser de otra manera, el ejercicio de este inmenso poder se encuentra totalmente deslegitimado.

Con el crack financiero que estamos viviendo en estos momentos, la élite judía que controla la cúspide del capitalismo comprueba como su capacidad de influencia en todos los ámbitos, sufre una merma proporcional al desplome de los valores que controlan en el parquet de Wall Street (2). Con bancos al borde del colapso, una clase política que empieza a buscar responsables de la situación y una opinión pública que identifica al sector financiero como el origen del desastre económico, la gran telaraña sionista se deshilacha.

Por otra parte, Estados Unidos estrena presidente. Un presidente lo suficientemente poco usual como para permitir poder pensar que pudiera ser ideológicamente mucho menos comprensivo con la posición de Israel que los representantes de la saliente administración. No es el tipo de comandante en jefe al que nos tiene acostumbrado el país con el mayor arsenal militar que se conoce. Obama, además, ha roto la tradición, y no ha financiado su campaña presidencial con dinero procedente de los lobbys financieros y empresariales (4) y por lo tanto, no debe grandes favores a los grandes grupos de presión económica controlados por judíos. Este último aspecto entraría en colisión con el habitual exceso de influencia del que goza la comunidad judía estadounidense en la política exterior del país.

En este escenario nada favorable para el poder sionista, Israel ha lanzado un órdago a la comunidad internacional, invadiendo la Franja de Gaza. La invasión de Gaza es, ante todo, una acción política disfrazada de asedio militar y parapetada por el paraguas de un Bush en su último mes de mandato. Mientras los medios de comunicación abren debates interminables sobre la proporcionalidad de la intervención militar, casi todo el mundo se olvida de analizar las causas últimas que han originado este paso hacia delante, precisamente en este momento, y no en otro.

Incendiar con esta acción militar el bosque del odio respecto a este tema, que ya inunda los países árabes, y provocar la focalización del terrorismo internacional hacia los intereses judíos; son consecuencias asumidas por una administración, la de Israel, que comprendió hace mucho tiempo que la permanencia en el tiempo de su actual ubicación en la tierra prometida está sujeta a su condición de enlace entre Oriente y Occidente. Necesita ser el eje que hace que ambas partes giren indefinidamente enfrentados, y sin posibilidad de un dialogo que les acerque a un verdadero entendimiento.

El objetivo de Israel, desde mi punto de vista, no es tanto responder a los ataques de Hamás, como conseguir crear en el escenario internacional la presión suficiente para que se formen grandes bloques definidos a favor y en contra, que no hagan posible una agresión a Israel sin que el fantasma de una escalada bélica a nivel global automáticamente coja forma. Es esta operación, la que está destinada a permitir a Israel perpetuarse en el tiempo en la configuración actual, ya que sin el apoyo militar y político de un gran bloque de países occidentales tradicionalmente liderado por Estados Unidos, las naciones musulmanas, con pueblos abiertamente contrarios a la ocupación Israelí, no permitirían el actual asedio al pueblo palestino.

Israel sabe perfectamente que nunca conseguirá la victoria total sobre Palestina. Tiene en contra la resistencia de un pueblo que ya no tiene nada que perder (5) y que está dispuesto a ofertar el sacrificio más exigente, con tal de recuperar lo que se les ha arrebatado. Además, Israel es consciente que persiste en una tierra ocupada fuera de la legalidad internacional, después de haber incumplido sistemáticamente muchas de las resoluciones de la ONU (6) dictadas en contra de sus intereses.

Barack Obama repitió hasta la saciedad en su campaña electoral, que si salía elegido habría un cambio sustancial en la política exterior de Estados Unidos respecto al resto del mundo, abandonando por lo tanto, el camino del unilateralismo con el cual se venía actuando. El apoyo unilateral e incondicional de Estados Unidos a Israel, incluso en el incumplimiento de la legalidad internacional, estaría por lo tanto en entredicho; pero Israel necesita este apoyo como seguro de vida.

Obama, en la actual situación, con una guerra forzada contra el territorio palestino y dirigida teóricamente al exterminio de una organización apellidada de terrorista como Hamás, estaría enfrentándose a un conflicto diseñado como una acción más dentro de la denominada “Guerra global contra el terrorismo”, de la cual, Estados Unidos es abanderado. Obama estaría viéndose forzado, por lo tanto, a no rebajar la intensidad del tradicional apoyo americano a Israel, y este y no otro, sería desde mi punto de vista, el verdadero objetivo de la invasión.

(1) Según han revelado las ultimas estadísticas de Bruselas, en 2007 los Estados miembros de la Unión Europea autorizaron la exportación de armas a Israel por valor de 200 millones de euros. Francia es, con mucho, el principal proveedor al Estado judío de armas europeas. http://euobserver.com/19/27359
(2) El Dow Jones ha perdido en el año 2008 cerca de un 35% de su valor.
(3) Obama rechazó financiar su campaña con ‘lobbies’ por razónes políticas. En la campaña presidencial, el número de donantes superó los 2,5 millones de norteamericanos, y dos terceras partes de ellos dieron menos de 200 dólares por persona.
(4) ‘El 46% de los palestinos no tiene suficientes alimentos para cubrir sus necesidades. El número de personas sumidas en la pobreza profunda, definida como la que padecen los que disponen de menos de 50 centavos de dólar al día, casi se ha doblado desde 2006 llegando a más de un millón, según la Agencia de las Naciones Unidas de Trabajo y Ayuda a los Refugiados (UNRWA)'. (La pobreza en Palestina: el coste humano del boicot económico, Oxfam Internacional, abril 2007).
(5) Existen más de 40 resoluciones de la ONU en contra de Israel que nunca se han aplicado.

domingo, 11 de enero de 2009

La crisis económica mundial como oportunidad de cambio

Por Antonio Hernández Samaniego -”El Faro Crítico”

Parece que estemos obligados a buscar una definición que se ajuste a los fenómenos que pasan ante nuestros ojos y que emiten a diario los medios de comunicación, mientras permanecemos boquiabiertos ante el espectáculo que estamos padeciendo estos últimos meses. Aunque, ya con anterioridad, percibíamos que esto no marchaba bien, dada la acumulación de causas de extrema gravedad que se dejaban sin resolver y que de alguna manera íbamos interiorizando, no sin una cierta impotencia.

Bien, esta definición en sus distintas acepciones: crisis económica, colapso del modelo, ruptura, etc., lo que nos da a entender es un cambio de tendencia, cuyo origen viene determinado por las sacudidas sísmicas de la economía de las décadas de los años 70, 80 y 90, que nos ha abocado a la situación de colapso financiero, en que nos encontramos a comienzos del siglo XXI.

La teoría del caos, como predicción en la evolución de un proceso, en el que un pequeño cambio en las condiciones iniciales puede cambiar drásticamente el comportamiento a largo plazo de un sistema, y cuando cada cambio particular es aleatorio e impredecible, pero la secuencia de los cambios es independiente de la escala, pues bien, esta teoría se ha cumplido tanto en los países del socialismo real, como en los países del capitalismo neoliberal, modelos ambos que daban prioridad a los temas económicos, en detrimento de otros aspectos que se han ido reclamando a lo largo de todo el siglo XX, desde distintos ámbitos socioculturales, por lo general minoritarios. Aspectos, todos ellos, de una intensidad emocional creciente en la población, como las hambrunas en gran parte de la humanidad, los conflictos armados con sus catastróficas consecuencias, o el deterioro medioambiental progresivamente generalizado en el planeta.

Estos acontecimientos que se han convertido en cotidianos, hacen que se tambaleen nuestras esperanzas de una humanidad en paz y en un entorno natural digno.

El deterioro de los aspectos anteriormente considerados, invalida completamente la vieja concepción del tiempo lineal que desde la Ilustración venía siendo aceptada en los países occidentales, por la que se interpretaba la evolución de las culturas como un progreso indefinido, desde la barbarie primitiva hasta alcanzar una sociedad en la que el individuo fuese libre, con la ayuda de la razón y la ciencia.

Esta versión optimista que desde Platón contempla este desarrollo, en la creencia de una historia con un avance continuo en todos los sentidos, incluso en el político, se contrapone con otra versión, igualmente optimista,representada por el mito del eterno retorno por el cual, cuando una civilización llega a su máximo desarrollo y entra en decadencia, se vuelve nuevamente a una situación primigenia, en la que se reinicia el proceso humano desde una simplicidad próxima al estado de naturaleza, reconstruyéndose así una nueva sociedad.

En este desarrollo, se plantean las posturas enfrentadas y que como modelo simplificado nos pueden servir las de Rousseau para el que la civilización no produce un aumento de la felicidad y que la educación destruye la bondad, representada por la infancia de la humanidad, frente a la de Voltaire y Los Enciclopedistas que consideran que el avance continuo de la Razón dará al hombre la libertad y la plena felicidad.

A poco que reflexionemos sobre la encrucijada actual, comprenderemos que ninguna de las dos opciones nos dan una respuesta ni nos son de gran utilidad, tanto la de un tiempo lineal, con un desarrollo ininterrumpido, como la de una vuelta más en el eterno retorno.

Con frecuencia, en las conversaciones en las que se analiza la situación en que nos encontramos, se emiten mensajes de incertidumbre y desesperanza, un no saber que hacer ni qué es lo que nos espera, que terminan degenerando en una angustia por el miedo a lo desconocido. Esta situación, a su vez, provoca una parálisis que nos deja incapacitados para pensar y actuar con una cierta lógica, acabando por hacerse propuestas precipitadas y en ocasiones irrealizables.

Sería conveniente ante esta coyuntura, una aproximación y una mirada crítica a la historia (¿mito del eterno retorno?) que nos permita analizar y comprender lo ocurrido en épocas anteriores y si algunos aspectos que encontremos en ella son extrapolables a la situación actual, que es en definitiva uno de los recursos que nos permite el análisis histórico. Analizar qué situaciones se han repetido, sus aspectos comunes y su aportación a los tiempos presentes.

Así, a lo largo del desarrollo de la Civilización Occidental (la nuestra) se han producido varios saltos, en los cuales tras una etapa de crisis, más o menos dilatada, los grupos humanos se han reorganizado no partiendo de cero, sino con el apoyo de determinadas estructuras sociales de la etapa precedente. Por ejemplo, así ocurrió en el paso del modelo de la Grecia antigua al modelo imperial de Roma, por la que ésta última apoyándose en la cultura y en las artes griegas, mucho más avanzadas, fue adaptando progresivamente una legislación sin precedentes y cuya aplicación llega hasta nuestros días. Posteriormente con la decadencia del Imperio romano, se incorpora en Europa occidental el nuevo modelo de los llamados pueblos bárbaros que intentaron repetir el modo imperial anterior con Carlomagno (Imperio Carolingio) y los Otón (Imperio Germano-cristiano) ambos con un nuevo paradigma que constituyó el eje central de la civilización medieval, el cristianismo. A su vez, la sociedad feudal así originada cedió el paso en la Época Moderna a las Monarquías absolutas dando lugar a los estados europeos que conocemos en la actualidad.

Siguiendo a Bossuet, para quien la verdadera esencia de la historia consiste “en descubrir en cada época las tendencias ocultas que han franqueado el paso a los grandes cambios y a las importantes combinaciones de circunstancias que los producen”, podemos observar que hay importantes acontecimientos que se repiten con una cierta regularidad, como son la tendencia al gigantismo de las estructuras sociales, por la que se construyen grandes imperios de difícil gobernación, y a lo que ningún gobierno de los países hegemónicos está dispuesto a prescindir y que en parte es causa de su posterior decadencia. Esto tiene lugar al mismo tiempo que se produce una atomización en los nuevos poderes emergentes, acompañados de un nuevo paradigma que ayude al aglutinamiento y hermanamiento de los individuos de la nueva sociedad.

Así considerada la historia, ésta sería un proceso por medio del cual el hombre construye instituciones, emite leyes y desarrolla costumbres, lenguajes y artes que se renuevan periódicamente a lo largo de la vida de esa sociedad..

De las variadas aportaciones que este análisis histórico simplificado nos permite introducir, en las reflexiones sobre la situación actual, me interesan destacar:

En primer lugar la duración de la etapa de decadencia, provocada por la resistencia del propio sistema al cambio y que puede prolongarse durante décadas. Y aunque la aceleración histórica nos dice que los fenómenos actuales se producen con mayor rapidez que en el pasado, conviene tener en cuenta que en épocas anteriores, estos cambios se producían en centenares de años. Consecuencia de esta prolongada duración es que son varias las generaciones de ciudadanos que van a verse involucradas en este proceso y por tanto limita a que las propuestas iniciales que se hagan sean muy generales y puedan ser admitidas por una gran parte de la población, cualquiera que sea su origen y situación, y por ello han de tener un valor universal. Además de que puedan estar en vigor durante un tiempo dilatado, sin que por ello pierdan ni queden diluidas sus intenciones. Que no sean propuestas de “quita y pon” y que puedan servir no solo para una generación sino también para las siguientes.

A su vez, al ser un fenómeno dilatado en el tiempo y de gran complejidad no requiere por ello una solución inmediata y precipitada. Este aplazamiento nos debe ayudar a disminuir la ansiedad que está provocando la búsqueda de respuestas a la crisis, como si pudiésemos resolverlas ahora mismo.

También, esta dilatación en el tiempo, nos permite observar la situación con un cierto distanciamiento, como un fenómeno que se está produciendo en un laboratorio, y que no tiene unas consecuencias inmediatas en el observador. Esta postura generaría un cierto relativismo que permitiría un análisis más reposado y por tanto con mayores garantías de su utilidad en un futuro, diferenciando a corto, medio y largo plazo, y en las que a su vez las generaciones venideras deberían aportar sus nuevas opciones y hacer las modificaciones oportunas.

En segundo lugar están los fenómenos de la dispersión de los intereses de la población y la atomización de las estructuras de poder. Se observa que en situaciones anteriores, a lo largo de las grandes crisis, al dejar de actuar el paradigma, o conjunto de creencias que mantenía unida a la población en un proyecto común, se desarrollan fuerzas centrífugas, como la tendencia al individualismo y la búsqueda de soluciones particulares. Son épocas de gran confusión, de aparición de sectas, propuestas mágicas que atraen a una parte de los ciudadanos, los más desprotegidos física e intelectualmente. La necesidad de paliar esta dispersión vuelve a incidir en que las propuestas a presentar en un primer momento deban ser muy generales y asumibles por casi todo el mundo.

Por otra parte, la atomización de las estructuras de poder puede originar una multiplicidad de polos emergentes, rompiendo la tendencia del estado anterior de modelo único. La confederación futura de estos nuevos núcleos de poder estarían obligados a enfrentarse a la solución de los problemas repartidos por todo el mundo.

Los conceptos y nociones desarrollados por la teoría del caos, proporcionan herramientas que pueden contribuir a entender procesos complejos, desordenados y caóticos desde los que posiblemente emerge ya un nuevo orden, impredecible e incierto. En medio de la crítica y el derrumbe de los grandes paradigmas, surge la perspectiva del caos como una alternativa ordenadora que realimenta la imaginación sociológica y política.

En tercer lugar está el nacimiento de un nuevo paradigma, con el que se iniciará la recuperación de las nuevas estructuras sociales y el nuevo modelo de civilización. En este aspecto, y aunque en esta fase intervendrán más activamente las generaciones futuras, hemos de tener en cuenta que las raíces habrán de ser implantadas en los primeros momentos, de ahí la importancia de un análisis lo más adecuado y certero posible. Por otra parte, atendiendo al contenido del paradigma, no hemos de olvidar que es creador de ideologías que se prolongaran en el tiempo (como es el caso del cristianismo en la Edad Media) y que en algunas situaciones también pueden crear monstruos (como las Monarquías absolutas en la Edad Moderna o los estados totalitarios en la Contemporánea) Por tanto se ha ser muy riguroso en las propuestas, evitando además de lo anteriormente citado, las tendencias de exclusión del otro, etc.

De todo lo anteriormente expuesto me gustaría que lográsemos sacar la conclusión de que como reza el título de este artículo “La crisis como oportunidad de cambio” nos alejemos de los aspectos negativos a los que nos han conducido los primeros momentos de la crisis, para aproximarnos con mayor intensidad a aquellos temas que van a ser necesario abordar para la nueva situación, sin prisas ni precipitaciones, sino con la tranquilidad y reflexión necesarias, puesto que no estaremos solos en este proceso que se desarrollará a lo largo de varias generaciones y a escala planetaria.

Lo que si es urgente es el posicionamiento político para evitar que la “democracia evolucione hacia el totalitarismo de la indiferencia” como indica J. Ramoneda en “La era de la inocencia” (El Pais 4-01-09)

viernes, 2 de enero de 2009

De hacer realidades

por FKastro – “El Faro Crítico”
Si digo que voy a hablar de la verdad, sonará inmediatamente presuntuoso. Y sonará así, porque hablar de la verdad, a secas, suena inmediatamente a dogma, a fe o a ideología. Mi verdad sería ante todo presuntuosa, y en consecuencia, yo mismo sería demasiado pretencioso.

La verdad a secas, inmediatamente surge conflictiva, y lo es, porque no se admite la identificación de lo personal con lo universal. Mi verdad no sería sinónimo de universalidad, sería mi verdad. Cada una de las personas que comparten un dialogo asoman una verdad, a veces coincide, otras no. La efectividad de cada una de esas verdades es idéntica. Puede parecer incluso disparatado el que un interlocutor afirme que los burros vuelan y otro que no, y respetar ambas opiniones dándoles el mismo valor. Sí, suena disparatado, y demuestra que a veces no hay varias verdades sobre un mismo tema.

Hay otras verdades. Por ejemplo: Ahora estoy sentado y no estoy de pie. No podría ocurrir ambas cosas al mismo tiempo, caeríamos en una contradicción. Es en la contradicción dónde se ve la verdad, y digo la verdad no mi verdad, de manera más sencilla. Aquí no habría mucha discusión. Si ando, no estoy tumbado, y a la inversa. En esas verdades en que el espacio y el tiempo acotan con claridad una opción de otra se muestra la verdad con claridad meridiana.

Pero luego hay otras verdades, como la del burro que vuela, esas que están cargadas de matices y resultan de diálogos interminables que siempre concluyen en mantener varias verdades al mismo tiempo. De tal forma que el diálogo termina manteniendo firmemente las posiciones individuales y afirmando: Esta es mi verdad, tan válida como la tuya. Se jugaría, pues, la verdad en el campo de la argumentación, en el que ser un maestro de la retórica conseguiría darle mayor legitimidad de verdad frente a los demás dialogantes.

Confrontemos ambos tipos de verdades: las verdades de matices y las verdades que surgen de las contradicciones. Si estoy de pie, no puedo decir al mismo tiempo que estoy tumbado. Pero si opino que el mundo se va a la mierda, otra persona puede decir que el mundo va viento en popa; y ahí nos encerraríamos en una discusión llena de matices.

Se podría, por tanto, hacer un catálogo de verdades seguras, y otro de verdades que suenan a verdades con muchos gradaciones. Hay por tanto, verdades que resultan necesarias, y otras que asoman contingentes ó accesorias. Las verdades necesarias, de una manera u otra, alcanzan cierta unanimidad, mientras que lo contingente puede suceder o no suceder, simplemente ser así o ser de otra manera, simplemente porque podría no ser.

Creo que lo contingente y lo necesario se ha superpuesto. Ó más aún, que estamos rodeados de demasiadas verdades contingentes y muy pocas verdades necesarias. El mundo está inmerso en un lío de verdades. Hay las verdades de la psicología y de la ciencia, que nos sentencian desde la genética y la neurobiología. Hay verdades religiosas que nos castigan con la culpa. Hay verdades socialistas, comunistas, anarquistas, que planifican un mundo futuro, cerrado, sin contemplar el azar. Hay verdades económicas que se volatilizan de día en día. Hay verdades ecológicas que se tiñen de extraño dogmatismo.

Es difícil discernir lo contingente de lo necesario. Es difícil vislumbrar la verdad necesaria de lo que son juegos dialécticos. Hay decenas de especialistas que afirman, escriben y opinan. Y el propio público, que escucha tantas opiniones contrapuestas que, inevitablemente, acaba afirmando la validez individual de su propio criterio.

¿Por qué nos interesan las verdades necesarias? ¿Por qué nos interesa encontrar verdades indiscutibles como esa de estoy de pie y no sentado en este preciso instante? ¿Por qué buscar la verdad?.

Hay cientos de esloganes que nos dicen que la verdad nos hará libres, o que encontraremos el paraíso, o que el mundo será más igualitario. Hay miles de verdades que asoman inmediatamente promesas de otras nuevas verdades. Pero no hablo de verdades que rápidamente se cargan de verdades accesorias, de planificaciones o de sueños. Hablo de verdades en este mismo instante. Hablo de proposiciones que no se puedan negar racionalmente.

Pero lo cierto es que en la actualidad, cuesta hasta imaginar esas verdades que no se puedan negar racionalmente, es de tal magnitud el volumen de información que manejamos hoy en día, que sentimos que las verdades necesarias rozan lo místico o lo ideológico. En cualquier caso, ¿por qué buscar las verdades necesarias?

Si hay un hecho intrínseco a la mentalidad mundial es el de los sueños. Llevamos siglos soñando otros mundos posibles, otros futuros, otros lugares, otras personas. En la actualidad nos embarcamos en hipotecas soñando un hogar futuro de una manera determinada. Consumimos un coche pensando ya dónde nos llevará, estudiamos para jueces y nos sentimos ya ejerciendo. Se hacen políticas pensando en futuros que aún no han llegado o no llegaran. Llevamos siglos en la tesitura de producir sueños. Sueños de consumo, sueños de conquista, sueños de amor, sueños de dios, sueños de vidas futuras. Incluso todos estos sueños, verdades contingentes, llegamos a imaginarlas como reales, luchamos porque se conviertan en reales. Hacemos de la imaginación un producto real. Y en todos estos siglos, los sueños han producido monstruos. Y no dejarán de hacerlo, porque los sueños están en otro tiempo y en otro lugar, pero no en el ahora.

Los sueños se alimentan de verdades accesorias, de grandezas, de mundos que aún no han llegado o no llegarán. No creo que la persona que acaban de despedir del trabajo en este mismo instante, o el niño que está a punto de morir en Gaza piense en verdades accesorias, sólo el aquí y el ahora. Las verdades necesarias, esas verdades de estoy de pie y no tumbado se ciñen a un lugar y un espacio, no más allá.

Hay hechos que están ocurriendo. El colapso económico es un hecho, el desastre ecológico es un hecho, el desastre bélico es un hecho. Podemos planificar, soñar y discutir acerca de mundos que no existen, que aún no están, y que quizás no lleguen a estarlo nunca. Y nuevamente nos olvidamos de las verdades necesarias.

Creo que debemos detenernos, parar, y recopilar esas verdades necesarias. Porque creo que debemos partir de unos mínimos unánimes y no excluyentes. La verdad necesaria no excluye, no se puede negar racionalmente. Ese es un buen punto de partida. O bien, podemos seguir soñando otros lugares para nosotros mismos, planificar otros mundos que no están, sino sólo en el pensar; e incluso podemos matarnos entre nosotros mismos por imponer lugares, mundos y sistemas que no están más que en nuestras cabezas. Cabezas que sueñan, e inmediatamente dicen: Hacer realidad.

Soñar, idear, fantasear con futuros que no han llegado es justo lo que llevamos haciendo desde cientos de años. Ahora hemos llegado a todo esto. Hambrunas, guerras, desastres ecológicos. Podremos coger a varios culpables de este camino. Los hay, claro, pero… ¿y los demás? Todos los demás que asisten al desastre, que acogen opiniones y opiniones sin certezas necesarias, que se alimentan de contingencias que les arrastran a callejones sin salida. Que siguen y siguen soñando.

Las verdades necesarias están ahí. Se pueden descubrir acudiendo a hemerotecas y descubriendo cómo muchos mecanismos han sido creados por grupos especializados con el objetivo de favorecer corrientes de opinión. Podríamos sondear a empresas que están despidiendo a trabajadores y descubriremos las estrategias que esconden sus balances de cuentas anuales. Podríamos descubrir en los bancos que nos cobran las hipotecas, los mecanismos que eligen para alcanzar nuestros ahorros. O podríamos ir más allá y descubrir que las guerras no surgen por azar, o que los recursos naturales no están agotándose simplemente porque llevamos mucho tiempo en la tierra, o por qué los mass-media publican una noticia y no otra y de la manera en qué lo hacen.

¿Interesa conocer estas verdades? Interesa, sí. Y lo es, simplemente, porque sólo un cambio de rumbo que debe surgir desde la propia individualidad podría provocar un cambio. Pero no sólo se trata de dejar de soñar, de dejar de imaginar lo que aún no existe y quizás no existirá. Hay otro inconveniente en la construcción del mundo, y es la exclusión del otro.

En cientos de años siempre se han abogado por medidas que han excluido a unos u a otros, olvidando que la exclusión del otro supone que ese otro siempre maneja la posibilidad de volverse contra ti. Un sistema en el que se excluye, se silencia, se aísla o incluso se mata al otro es ya una continuación de esto mismo que lleva ocurriendo desde hace cientos de años: Soñar algo y excluir a alguien. Pero en el momento en el que se use la exclusión, estaremos utilizando los mismos parámetros que hace siglos y que nos han llevado a una nueva crisis.

Después de todo este discurso, podría hablar de otros mundos posibles, de que determinadas medidas nos llevarían a buen puerto, o que ciertas ideologías traerán la igualdad universal, etcétera, etcétera. Pero no, no voy a ir más allá. No debemos ir más allá. No voy a caer en lo contingente prometiendo otro mundo posible, porque eso sería desembocar en sueños. Sueños que nos han llevado a todo esto.

Ahora estoy de pie. No tumbado. Eso es todo. No más.