Somos neo-barrocos, ¿en qué
sentido?
Si ambas épocas son
lugares complejos en los que el hedor a putrefacción de lo viejo-sido que (nos)
llega no inunda las estancias sí pertinentes y permitientes a lo por
venir, al comenzar como si fuera la primera vez, en el claro-oscuro
doblemente afirmativo de la creatividad asimétrica ética, política y estética,
¿acaso no debemos por simple compromiso con nuestros días, por entera
consistencia con nuestros planteamientos históricamente intelectivos, dar
cuenta de una filosofía de la historia de la filosofía ya no meramente lineal,
progresiva ni universalista?
“Neo-”, “post-”, “trans-” y sin
embargo barrocos, ¿cómo?
Hay meandros y zig-zags
laberínticos. También repliegues e hipérboles expresivas. Des-obediencia civil
“de” la ley en torno a “lo político”. Lugares con al menos dos lados
asimétricos en un límite-punto no excluyente, sino todo lo contrario (sin
contradicciones): secretismo no plano, es decir, sin secretarios ni meros
mecanismos de control y transparencia. También resurrección inmanente del
cuerpo gozoso sin mortajas sobre la vida femenina plural. De nuevo,
afirmación del aquí y ahora. Decisión y escucha colectiva a lo que viene de
fuera, explosión de referencias semióticas y de deseo. Transfiguraciones
inmanentes, vinculantes.
Y (con) este libro.
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