viernes, 13 de mayo de 2016

Común y Propiedad

Mauro - Común.

Propiedad como derecho de uso. Privada como derecho individual y de abuso. Personal como derecho individual pero sin abuso. Común como derecho colectivo ¿y el abuso?
Entiendo la propiedad el nombre y privada el apellido.

¿Qué es común? ¿Qué es privado? ¿Qué puede serlo y qué no puede serlo?

Un monte comunal es común por hecho y derecho, una casa ocupada por hecho pero no derecho, una tierra comunal alquilada por un señor ni por hecho ni por derecho.

¿Qué no puede ser común? ¿Qué no podría tener un uso colectivo? ¿Qué límites tiene el uso sin el abuso? ¿Puede una joya ser comunal? Un diamante encontrado, pulido, tallado, procesado como un diamante, ¿no podría ser común? Es posible que no pudiera ser usado por todas las personas que lo quieran, pero podría intercambiarse por algo que el colectivo pueda necesitar, ¿qué sería una industria del oro socializada? Joyas comunes. ¿Qué es la banca suiza?

¿Qué es siempre común? La lengua es reductible, es extinguible, ¿pero se puede hacer uso y abuso de ella? ¿Podemos venderla, comprarla; podemos dejarla como herencia, como herencia legal y ante notario? ¿Sería un abuso “almóndigas”, lo sería güiski; es un abuso muffin, lo sería canoa? ¿La lengua se puede propietizar?
¿Qué es la religión, la ideología, el pensamiento colectivo? ¿Son construcciones que pueden comprarse y venderse, alquilarse, heredarse, intercambiarse? Pueden usarse como justificación, como excusa, como arma, ¿pero pueden intercambiarse, pueden romperse?

¿Qué puede no ser privado? ¿Puede privatizarse el Sol? Supongamos naves espaciales, física cuántica, cruceros interestelares y parcelaciones minuciosas de la estrella polar. La esclavitud como propiedad de la vida. ¿Puede privatizarse el flamenco?

Volvamos al principio.
1º De la propiedad pública a la propiedad privada. No estamos de acuerdo con la propiedad privada de la sanidad, del agua, de la educación. Queremos que esos servicios, derechos, tengan otro tipo de ¿titularidad, gestión, función? ¿Público, estatal, común?
2º Lo común como una serie de prácticas. La lengua. No es la abolición de la propiedad privada.
3º Mi impresión es que debemos seguir luchando por lo físico, por la arena y el agua y las piedras. Seguir siendo materialistas, porque quedarnos en las prácticas es aceptar los límites que nos han impuesto, es seguir el camino que han decidido que sigamos, es aceptar que hemos perdido. 

lunes, 9 de mayo de 2016

MIRADAS ANIMALES. Taller de escritura política. #12M y #19M en CSA Tres Peces Tres

Este mes de Abril de 2016, en nuestro taller gratuito de escritura política seguimos tratando sobre "MIRADAS ANIMALES".



Trabajaremos sobre textos de Esther Vivas, Kröpotkin, Jason Hribal, Jacques Derrida, Jorge Riechman, Renzo Llorente, Antonio Crespo Massieu y Mireya Ivanovich que tienes en el siguiente link:
https://drive.google.com/folderview?id=0B2sz-jLPw79qdEFEMW9zbEtLRmc&usp=sharing


Te esperamos el jueves 10 de marzo a las 19:00 y el jueves 17 de marzo a las 19:00 en CSA Tres Peces Tres.

No faltes!

Reglas para que todo vaya bien


La idea de un taller de escritura política no es tanto aprender cuestiones de estilo, sino profundizar en ideas políticas, por medio de la escritura.
Cada mes se tratará un tema que será desarrollado en 2 sesiones, principalmente en 2 jueves en horario de 19 a 21 horas, en C/Tres Peces, 3, que serán anunciados con suficiente antelación.
En la primera sesión trataremos lecturas cortas sobre el tema. Los textos serán de acceso libre para que cualquier que esté interesado pueda acceder, indicando el lugar donde obtenerlo.
En la sesión cada uno de los asistentes dirá unas palabras sobre la lectura y después se iniciará un debate.
En la segunda sesión cada uno de los participantes aportará un escrito sobre el tema en cuestión. Cada uno de los asistentes repartirá al resto copias de lo escrito para así poder seguir con mayor atención la lectura. A continuación leerá en voz alta su texto y después se debatirá. Todos los textos, a elección de los autores, podrán ser publicados en el blog del Faro, o bien dejarlos por si en algún momento se vuelve a hacer algún libro.

sábado, 7 de mayo de 2016

Común. Salir de la pospolítica.

Jose Luis Manchón - Común


Voy a hablar de secuestros políticos. Del secuestro de las palabras, del secuestro de los deseos, del secuestro de la conciencia, del secuestro del producto de nuestro trabajo, del secuestro de la actividad política, del secuestro de lo comùn, del secuestro de la democracia. Y de cómo los vacíos en el cuerpo social que han ido dejando estas desposesiones, han provocado la mayor crisis a la que se pueden enfrentar los pueblos. La crisis de Sentido.

También voy a hablar de las luchas que están en marcha y de lo que nos jugamos en ellas.

Resignificar las luchas

La pospolitica es el campo yermo y estéril que nos ha dejado de herencia el viaje al centro de la socialdemocracia.Una situación donde la gente ha perdido las referencias para detectar de forma precisa cuales son las relaciones de poder actuales, y cómo esas relaciones estructuran y separan la sociedad entre clases dominantes y clases dominadas.  El abandono de la socialdemocracia de sus originarias posiciones anticapitalistas ha provocado la eliminación de un debate agonista muy necesario, pero imposible sin antagonismo. Este hecho es la principal causa del auge de los populismos de extrema derecha, que sí han sabido rescatar esa lógica que constituye un “Nosotros” y un “Ellos”, aunque en clave xenófoba. En los países donde es más difícil distinguir en la práctica a la derecha de la izquierda cuando gobierna, es donde más están creciendo.

Para resignificar las luchas, para cargarlas de significado y de potencialidad, es imprescindible abandonar el consenso de centro en el que están posicionadas la inmensa mayoría de las izquierdas. Volver a un discurso donde el relato conflictual sea central. para que así pueda ser constituyente.

Cuando hablo de secuestros colectivos, estoy referenciando a una víctima, un “Nosotros” y un agresor, “Ellos”. ¿Quienes somos nosotros? Nosotros somos el 99%. Un sujeto político colectivo y plural que no puede ser representado. Un SE indeterminado. Los cualquiera, la gente trabajadora, los precarizados, los excluidos del sistema de reparto de los grandes beneficios. En definitiva, los desheredados, obligados a vender nuestro tiempo y esfuerzo para sobrevivir. Multitud sin cohesión interna, ni proyecto compartido. Objetivamente, esos somos nosotros.

“Ellos” son el 1%. Nuestros parásitos. Los que no están preocupados por llegar a fin de mes. Los que si trabajan, lo hacen por avaricia, por placer o porque no saben delegar. Los que especulan con nuestras necesidades básicas. Los que no saben cuánto dinero tienen en el banco. Los rentistas. Los que nos impiden el acceso al Común. Los que acumulan la mayor parte de la riqueza disponible.

Os preguntareis porqué escindir el tablero político utilizando un criterio económico,y no cualquier otro. La razón tiene que ver con que eso que llamamos “Sistema” no es otra cosa que el Capitalismo. Porque vivimos en sociedades Capitalistas donde el sistema económico es el que condiciona absolutamente la organización de nuestra sociedades. Porque es necesario tener clara cuál es la estructura socio-económica en la que nos movemos, para que su invisibilización por el sistema, no nos impida hacer análisis políticos certeros.

En este escenario de desposesión, sobrevive aún el “Mito de la Democracia”. En realidad, la palabra Democracia se ha convertido en un significante vacío. Una de esas palabras que ya no nos dicen casi nada. Que carece de un significado concreto, y sirve para legitimar casi cualquier cosa. Apelando a la democracia se invaden países, se rescata a los bancos, se aprueban leyes contra la libertad de expresión, se desahucia a las personas de sus casas, se prioriza el pago de la deuda sobre cualquier gasto social, se privatiza el mundo.

Muchas veces los secuestros empiezan con un engaño. Para muchos, la palabra Democracia significa básicamente tres cosas. El gobierno de la Ley, la defensa de los Derechos Humanos y el respeto a la Libertad Individual. Están equivocados, y han sido engañados. Esos tres pilares, que tampoco son respetados donde están vigentes, son los del liberalismo. Todos aquellos que se identifican y luchan de forma fuerte por estos tres pilares, cuando dicen defender la democracia, estarán defendiendo en realidad, sabiéndolo o no, la ideología que mejor permite operar al Capitalismo. Si les ha sonado raro todo esto, comentar algo que muy pocas personas tienen presente. La sacro-santa declaración universal de los Derechos Humanos en su artículo 17 reconoce la Propiedad, base necesaria del Capitalismo y la desigualdad, como uno de los derechos fundamentales. Igualmente incluido este derecho de abuso, como fundamental en las constituciones nacionales de las democracias liberales.

Un Estado de Derecho siempre será la cristalización de un sistema de imposición de un Derecho, utilizando la violencia si fuera necesario, sobre todos los demás. Estamos en un Estado de Derecho burgués, y por lo tanto, no se equivoquen, es un sistema que protege estructuralmente y prioritariamente el derecho a  la propiedad. Significa que el derecho a la Existencia, como vemos todos los días en los desahucios, no es una prioridad en nuestro sistema de derechos. Ontológicamente,de base, nuestro sistema jurídico se funda sobre el principio de la desigualdad.

Entonces. ¿Que es una democracia Real? La tradición democrática se asienta claramente en otros tres pilares muy distintos a los del liberalismo. Igualdad, Identidad entre gobernantes y gobernados, y Soberanía Popular. Si vivimos en el Capitalismo, no vivimos ni en un sistema igualitario, ni de auto-gobierno, ni de soberanía de las clases populares. Vivimos en realidad en una dictadura encubierta. La dictadura de eso que ha venido a denominarse “Los Mercados”. Regulación de la vida social orientada a la producción, respeto absoluto a la propiedad y eso sí, libertad total para que el individuo consuma lo que quiera, siempre y cuando pueda pagarlo, claro. Es fundamental entender que Democracia y Capitalismo no riman. Un sistema económico de concentración de riqueza y poder, como es el Capitalismo no puede convivir con un sistema político basado en la igualdad, como la democracia. Sin igualdad económica, la igualdad política es un fraude.

Como podemos comprobar, cada vez de forma más descarnada, los cercamientos capitalistas impiden el ejercicio de la soberanía popular, que no es más que la capacidad que siempre han tenido los pueblos para decidir su destino. Impotencia, ansiedad, extrañamiento y confusión son emociones políticas colectivas muy presentes en la actual coyuntura. Hoy, el horizonte de expectativa para los que ansían cambios drásticos de justicia social es muy extrecho.

Otro de los mitos que ha caído estrepitosamente en esta época de barbarie neoliberal es el mito del “Progresismo social”.  Esa idea ilustrada según la cual nos dirigíamos inexorablemente al ingreso de las civilizaciones occidentales en la mayoría de edad gracias al avance científico, al cual le seguiría necesariamente un avance económico, moral y político sin precedentes. Lo que vemos hoy es que la brecha de desigualdad aumenta a medida que los avances científicos permiten una mayor concentración de riqueza en las oligarquías económicas y cada vez expulsan, a más y más gente de los centros de trabajo. Como consecuencia, el Comunismo y el Socialismo, esos grandes Meta-Relatos políticos hijos del progresismo ilustrado, también han caído por su contrastada inoperancia. Secularizaciones de los sistemas religiosos de salvación, buscando el cielo en la tierra, han sido grandes diluidores de cultura, y han desplazado a los paradigmas culturales cíclicos tradicionales y sus mitos religiosos. Remataron a Dios, y ahora también mueren, dejándonos huérfanos de alguna racionalidad que pudiera hacerse cargo de nuestra epocalidad. Actualmente no tenemos un marco lingüístico compartido que nos permita plantear una resistencia que no sea mera protesta reactiva a los golpes. En la ausencia de proyecto colectivo, lo único que se hace presente es la soledad impotente de cada individuo desnudo arrojado al mundo en medio de la lógica extractiva del beneficio capitalista, basada en la producción, circulación y consumo de mercancías. Y como consecuencia, un profundo malestar social que va en aumento, asentado por una parte, sobre la propia insatisfacción inherente al propio ejercicio del consumo, a la falta de sociabilidad y también, por esa angustia derivada de esa idea según la cual parece más probable el fin de la vida en el planeta a que algún acontecimiento político ponga fin al Capitalismo.

La destrucción de Europa

Este análisis que dibuja una ruina, tiene su concreción en Europa. El momento fordista del Capitalismo tardío unido a la amenaza comunista de la Unión Soviética, permitió en esta parte del mundo un gran pacto entre Capital y Trabajo que el movimiento socialista europeo supo aprovechar para fundar los “Estados del Bienestar”. Las clases trabajadoras, convertidas a esa no-clase llamada clase media, se olvidaron por unas décadas de su condición objetiva, y vivieron en la ficción del ascenso social y del consumo ilimitado a crédito. Secuestrados sus deseos y borradas sus conciencias a través de la publicidad, quedaron incapacitados para la intervención crítica en política.

La caída del muro de Berlín y la globalización económica han hecho saltar por los aires el equilibrio de fuerzas que permitía las cesiones del Capitalismo al Socialismo en Europa. Hoy la socialdemocracia, en su viaje al centro, se ha quedado sin espacio político. En su empeño por sobrevivir, colabora con el Capitalismo en sus reformas laborales, facilita sus burbujas económicas y no impide el expolio de lo Común a través de las privatizaciones. Es la única forma que tienen para en el corto plazo, quedarse con algunas migajas del botín para garantizar de forma muy forzada unas políticas redistributivas siempre en retroceso, y sobrevivir electoralmente.

Los movimientos de ruptura democrática. Ellos o nosotros.

Todos los movimientos de ocupación de las plazas, desde Tahir, pasando por Occupy Wall Street, la Puerta del Sol ó la Plaza de la República de París, son movimientos en esencia no reivindicativos; no confían en un sistema institucional podrido hasta las entrañas que les niega sistemáticamente la realización de sus demandas. Son propositivos. No demandan a instancias superiores la solución de sus problemas, sino que plantean la construcción de una nueva institucionalidad desde la indiferencia a las actuales. Son movimientos que buscan la reapropiación de lo Común que les ha sido usurpado por los procesos de desposesión neoliberales. Practican la democracia y el criterio de adhesión al movimiento es la participación, en una apuesta radical por el presentismo como rechazo a la representación y a la mediación. Es por ello que la sobreactuación del sistema ante estos movimientos haya sido desproporcionada y represiva pese a que se hayan presentado como no violentos. Pacifistas.

La novedad, es que pretenden pasar a la ofensiva con prácticas de ocupación espacio-temporales que cuestionan absolutamente el campo de juego planteado por las dicotomías Izquierda - Derecha, Público - Privado, Estado - Mercado en el que se han movido las luchas sociales hasta el momento.Pretenden hacer saltar por los aires esa racionalidad política en la que saben que en términos dialécticos, no pueden ganar, ya que en la actual relación de fuerzas, la posición a adoptar ante la brutal ofensiva neoliberal sería únicamente defensiva, aceptando las reglas del juego y pasando a defender lo Común en la forma Público-Estatal. La tan manida defensa de lo público, que no implica su reapropiación popular. Aquella forma que se defiende y ya está en venta, que ya es mercancía y que por lo tanto, pertenece a la realidad Capitalista y les será usurpada en cualquier momento por un proceso de privatización. Resistencia radical a aceptar la predicción de Fukuyama en el libro “El fin de la historia y el último hombre” donde el Estado moderno liberal y su representatividad en lo político unido a una economía de mercado global sería la culminación definitiva de la evolución de definición histórica de estructuras políticas e ideológicas. No admiten el cierre.El cercamiento Capitalista total, sin afuera, que está en proceso de culminación, es lo que está intentando ser conjurado por estas propuestas rupturistas, democráticas y populares, que pretenden simultáneamente, patear el tablero de juego, e ir instituyendo Común a través de sus prácticas colectivas..

En los próximos años, el grado de retroceso del neoliberalismo dependerá de la eficacia de las luchas que están en marcha y que vaticino, no pararán de recrudecerse. El aumento exponencial de la contención policial en forma de leyes y represión directa, para poder imponer sus medidas, es el síntoma de que están perdiendo la batalla cultural. El imaginario de “Clase Media”, cada vez más difícil de sostener, pierde adeptos. Y las aspiraciones democráticas de los pueblos vuelven a emerger con fuerza. La pérdida constante de la función protectora y redistributiva del Estado, desdibujandose a cada paso, unido a su nueva función, ya no disimulada, colaboracionista en la facilitación del expolio de lo Común, coloca a las clases populares en una situación de confrontación directa con las corporaciones. La fractura destituyente no cesa en profundizar y ampliar la brecha entre gobernantes y gobernados.

Tormenta perfecta.

martes, 3 de mayo de 2016

El sentido (de lo) común ….para no ser eternas víctimas.

Elvira Bobo - Común
“el hombre que esta labrando la tierra,
parece inmóvil”


*El sistema ha devorado cualquier capacidad de devenir verdaderamente revolucionario. El escenario clásico de la revolución se ha disuelto a fuerza de desviar y emponzoñar los vectores del deseo y la imaginación, imprescindibles para la lucha. El posible sujeto revolucionario ha sido contagiado hasta la médula por el esquema único y la lógica del capital, y así la revolución clásica, la reapropiación de medios de producción, del objeto producido finalizado, de la fuerza de trabajo, si se diera, no sería más que un atroz y triste fin en sí mismo. El capital no haría sino cambiar de manos, en un turno de posesión triste e indigno de llamarse revolucionario. Los “amos” y “los esclavos” intercambiarían los papeles en una farsa irrespirable, perversa, y profundamente violenta por la que dudo que valiera la pena luchar.

Los dominados hoy somos toda una clase que se constituye no sólo por una relación laboral de explotación, por una carencia de derechos salariales, sindicales, laborales…  Necesitamos entender que los conceptos de clase, básicamente estructurados en la diferencia entre dominantes/dominados no juegan sólo en el tablero de la relación clásica “patrón-proletario”. No es que hayamos sido desposeídos de los BIENES COMUNES, sino que, y sobre todo, hemos sido desposeídos de LO COMÚN, de lo inapropiable, que no es lo mismo. 

La clase dominada hoy es la clase manipulada y lo que comparte radicalmente es haber sido desposeída no sólo de imprescindibles bienes materiales, sino desposeída de la experiencia y la práctica de lo común, incluso de las herramientas del deseo y de la imaginación que lo pudieran anticipar y así comenzar a hacerlo posible.

Alienados a través de perversos mecanismos que conocemos, acabamos por compartir ideales como ganar gran hermano o ser futbolista multimillonario, acabamos teniendo al fin el modelo económico como único horizonte de comprensión y posibilidad. Así  nos convertimos directamente en víctimas eternas a las que ni un salario digno, ni una sociedad del bienestar, ni todo el oro del mundo podrían sacar de la esclavitud vital y del resentimiento inacabable.

Si el proletariado es una clase social que nace -y sigue- vinculada al capitalismo y se ha dicho hasta la saciedad que será el único capaz de acabar con él, cuando el modo en que el capital se cuela en nuestras vidas va sufriendo metamorfosis y adaptándose como un gas a todos los rincones de nuestra existencia, entonces quizá sea momento de entender que su disolvente natural (el proletariado, los desposeídos) también hemos sufrido la dramática mutación, siendo  expulsados de algo mucho más profundo que los bienes materiales o los medios de producción.

El capital, dúctil, mutante y volátil se ha convertido en el único aire que respiramos,  los refinados modos de actuación del sistema capitalista evolucionan, se retuercen, se pliegan y repliegan, se hacen transparentes de pura presencia taponando todas las posibilidades no experimentadas hasta que ya no pueden ser ni pensadas, ni deseadas. Las han arrancado del inventario de lo posible.

Por ello no sólo hacen falta nuevos enfoques en el análisis revolucionario, sino recuperar otros modos de pensamiento y acción que quizá no se parezcan en nada a los que hemos conocido. Quizá haga falta una dosis extraordinaria de aquella “audacia, audacia y más audacia” que Lenin copiaba a Danton. Audacia, paciencia y extraordinaria imaginación para poner en juego otros modos de recuperar y reapropiarnos de nuestras propias vidas.

La paciencia, otro requisito revolucionario que está presente en las recetas de los clásicos, no puede ser sino una paciencia activa, constituyente, hasta cierto punto agazapada esperando no EL momento preciso, sino TODOS los momentos precisos en que las microrrevueltas cordiales, todos los tipos de experiencias comunitarias vuelvan a nuestras manos. Desde la parresía griega del decir-obrar, hasta una cierta reforma del entendimiento al modo de Spinoza que requiere siempre de una labor interior y a la vez colectiva, hasta una valentía de la permanencia, de la fidelidad a los encuentros.  Sólo así podremos pasar de la institucionalización a la práctica de INSTITUIR que reclaman nuestros autores franceses Laval y Dardot, sólo así se puede pensar algo diferente al Comunismo de estado.

Y para todo ello, lo siento, no creo que las viejas categorías revolucionarias puedan seguir funcionando solas. Hoy la izquierda, llámese como quiera, no puede olvidar sus reivindicaciones sociales, por descontado, pero debe entender que, incluso para lograrlas, ha de ampliar sus esquemas, su crítica y su deseo para hacer la vida imposible a un capitalismo en permanente metamorfosis. El capital de hoy tiene una capacidad metastásica impredecible, se extiende a zonas del “organismo” donde los primeros diagnósticos jamás pensaron que fuera a llegar. Se nos ha colado en nuestro modo de conocer, de desear y de vivir. Por ello la crítica marxista, lúcida y valiosa, ha de “estirarse” para hacerse cargo de nuevas irrupciones, para entender profundamente la idea de trabajo en Marx, para concebir y experimentar una praxis de lo común que apenas si nos dejan ya imaginar. Y nos hará falta audacia, paciencia, fidelidad, rigor  y mucha, mucha imaginación.

Ni el proletariado es ya la clase dominada, ni los amos son los mismos que en la Inglaterra de Marx o la Rusia de Lenin. Hoy la clase dominada ha de encontrar otra voz, porque los nuevos “obreros” son otros. La clase manipulada está habitada por miembros tan heterogéneos que hacen falta los famosos algoritmos de Google para clasificarnos. Ya no nos aglutina una ideología fuerte, no nos representa un sindicato, no nos defiende un líder carismático con un manifiesto bajo el brazo –aunque hay quienes lo intentan-. Dentro de una única clase manipulada hay quien quiere ser consciente del encierro y quién no. Incluso los “amos” del actual capitalismo están también atrapados en el mismo magma del que sus multimillonarias cuentas corrientes tampoco les pueden sacar.

Y necesitamos la historia, los otros pasados posibles que sólo ocurrirán ampliando y “deconstruyendo” nuestros “inventarios” vitales.

Sea la gran revolución o las microrrevueltas, sea con unas estrategias o con otras –y nuestros autores de esta semana  profundizan en ello- se tratará de atacar el modelo de vida (muerte) económico desde todos los afueras posibles. El arte, la ontología, los lenguajes, al fin, habrán de ser los más audaces para recordarnos que eso de “LO” COMÚN no puede entenderse como cosificado, como bienes materiales de los que disponer. Las luchas, los acontecimientos verdaderamente transformadores tendrán que ver con el deseo y la praxis colectiva o no valdrán la pena. Sólo rehabitando nuestros deseos por donde podemos recomenzar las vueltas y revueltas para que algo parecido a una revolución sea verdaderamente ilusionante, verdaderamente posible. Para que el Síndrome de Estocolmo salte por los aires y dejemos de dar las gracias al sistema que nos bendice, porque podría ser peor. Para que vayamos olvidando la indefensión aprendida, sin soñar con una revolución con mayúsculas que nos libere. Sin necesitar que nos quiten unas esposas que son mucho más frágiles de lo que pensamos y, a veces, las llevamos autoincorporadas. Para hacer posible, habitable justo lo que nos habían hecho olvidar, porque ya no necesitaban prohibirnos.  A eso sí vale la pena apuntarse.