viernes, 29 de abril de 2016

Comunes en Cervantes.

África Vivar - Común


“Dichosa edad y siglos en la que los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras tuyo y mío. En aquella santa edad todas las cosas eran comunes. Aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre, que ella sin ser forzada ofrecía su fértil y espacioso seno”. El Quijote capítulo XI.

Este párrafo remite a una suerte de prehistoria y deja regusto de imposible de paraíso perdido. Cuestiona el progreso.

Progreso o decrecimiento.
“Daría todo lo que tengo por un poco más”. (Acierto encontrado en los Simpson)

El Progreso tal como, por ahora, se plantea, es resultado de una ambición desmedida que, ignorando los límites, acaba con los recursos. Nada que implique la no conservación, y mucho menos la destrucción, de aquello que la tierra, como madre, nos ofrece, puede ser considerado un avance.

El Decrecimiento.
Ya que avanzar “un poco más”, puede significar el fin de todo, desandar constituye una oportunidad de ser viables.

Antes del cemento había huertas… Puede que la querencia por lo anterior incurra en nostalgia, pero cabe preguntarse hacia dónde vamos, cual es el horizonte.

Parafraseando a A. de la Iglesia en la serie Plutón B.R.B. Nero "La inmensa cloaca en la que se ha convertido la tierra…"

Creados recientemente, los Bancos de Conservación de la Naturaleza otorgan a esta el valor de activo financiero a través de instrumentos muy sofisticados.

Ingeniería: aquello de lo que disfrutábamos, aquello que la tierra, generosamente brindaba a todo nacido, es objeto de especulación. Pagamos por respirar.

Mercado y desmercantilización. De lo privado a lo común.
K. Marx equipara el valor de la tierra con el de la fuerza de trabajo: “En la expresión valor de la fuerza de trabajo el concepto de valor se ha borrado transformándose en su contrario, esta es una expresión imaginaria como el valor de la tierra…. Son categorías en las que se manifiestan formas esenciales que se presentan invertidas”. El Capital capítulo XVII.

Mercado:

La tierra y el trabajo no pueden ser considerados mercancía, sin embargo, para realizar su valor, han de materializarse, siendo el dinero, equivalente general, medida y patrón de precios, la forma de existencia tangible de dicho valor. La riqueza material se basa en el valor de uso, el cual se borra al desaparecer las diferencias específicas.

Es el mercado el ámbito en el que se invierten las formas esenciales, tornándose lo cualitativo en cuantitativo durante el proceso de mercantilización.

El dinero se entroniza por consenso.

En palabras de Marx “El dinero pone huevos, tiene crías y contrasta su identidad consigo mismo como Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”, surgiendo de aquí la diferencia cuantitativa entre D – D’, o fórmula del Plusvalor, fruto periódico del capital en acción, del que, en el capítulo XXIV de El Capital, se dice: “Arrojados todos los viejos ídolos por la borda se declara el Plusvalor fin último y único”.

Este nuevo culto exige sacrificios. En los márgenes del sistema los desheredados. Daños colaterales.

Desmercantilización:

El mercado sometido a una lógica distinta que aboga por la figura político-ideológica de los bienes comunes, basándose en el usufructo y no en la propiedad.

K. Marx: “El hombre es usufructuario de la tierra". Kropotkin: “¿Quien puede decir esto es mío?”
Abolir la propiedad privada es devolver a la humanidad su patrimonio, su herencia, oponiendo a la privatización del mundo la lógica de lo común.

Mercado – consenso -  lenguaje.
Marx: “Concebir los objetos útiles como valor, es obra del hombre, es lenguaje” capítulo I de El Capital. Según Menger: “El surgimiento y evolución del dinero tiene el mismo esquema teórico esencial que el lenguaje”, también Hayek equipara mercado y lenguaje al afirmar que: "ambos son producto de la razón humana dentro de un azar evolutivo en curso”. Y, por último Laval y Dardot opinan que: "El lenguaje es típicamente lo común pues solo puede usarse”.

Esta relación de supuestos conduce a reflexionar sobre el papel de todos nosotros en la construcción que nos ocupa, por la complicidad y el implícito beneplácito.

En el proceso capitalista primero se pervierten los valores, lo sagrado y común pasa a ser mercancía y a partir de la cuantificación se mercadea con lo esencial.

Es necesario apelar a una ética vieja y nueva que partiendo de otros principios impulse otras reglas, reflejo de otros valores para establecer los límites.

Procesos históricos- de la desregulación a la gobernanza.
Hasta la crisis del 2007, los economistas liberales, como M Friedman, defendían la necesidad de reducir al mínimo el papel del Estado, argumentando que el mercado es capaz de auto regularse y garantizar el equilibrio institucional , la "mano invisible" de A. Smith. Desregulación y bajada de impuestos como receta.

Pero, tras la caída de Lehman Brothers se empieza a hablar de la necesidad de "refundar el capitalismo" y comienza la conquista del Estado a través del intervencionismo y la regulación. El capital usa políticas monetarias y fiscales contra el trabajador, utilizando los estados a los que controla con la Deuda Pública y el crédito. Se socializan pérdidas y se privatizan beneficios. La riqueza social se transforma en capital.

Ya en 1978 M Foucault en sus conferencias sobre bio-política, habla de la gubernamentalidad, o arte de la gobernación como forma técnica, y afirma que los neoliberales aspiran a lograr un orden mercantil, bajo formas intervencionistas, en base a una antropología global de un sujeto que se deja gobernar por su propio interés, lo que estaría ligado al fin de la democracia y a los totalitarismos.

Ahora el capitalismo, en su deriva, utiliza el intervencionismo y la regulación para apropiarse de todo. Abundan los ejemplos: La Troika resulta ser un gobierno de tecnócratas no elegidos en las urnas y el TTIP permite la intrusión de los intereses mercantiles en el sector público con la entrada, en los Parlamentos, de los Consejos de Administración de las empresas.

Nos conducen hacia un gobierno neoliberal, supra-nacional, autoritario e invasivo que, dirigido por tecnócratas, prescinde de la democracia.

Este cambio en las relaciones de poder lleva a la unión entre liberalismo y fascismo que dibuja C. Schmitt. También Laval y Dardot señalan que, en estos momentos, capitalismo y Estado están asociados y que los políticos profesionales constituyen una oligarquía ligada a los intereses privados.

A mi juicio la social-democracia, basada en el modelo económico Keynesiano y el sistema productivo Fordista, que liga trabajo y consumo, no es solución a la crisis. Tampoco el socialismo, consistente en una redistribución planificada de los ingresos y la propiedad, es capaz de constituir una alternativa diferente al capitalismo de mercado, pudiendo derivar en una opción represiva ante el colapso del mismo. Y por último, coincido con Negri en rechazar el socialismo por considerarlo una forma de planificación capitalista a nivel de Estado, de lo que China es ejemplo.

Sagrado.
Lo Público se inscribe en planos de cohesión social, pues se pretende, vía impuestos corregir desigualdades en base a la redistribución de la riqueza. Lo privado se atiene a criterios de beneficio y rentabilidad particular. Así mirado los intereses son contrarios, pero se da una unidad de base, el salto de lo cualitativo a lo cuantitativo en el que se produce la "inversión de las formas esenciales".

Lo Público de titularidad estatal es susceptible de venta, de privatización mientras que lo común es intocable por ser de todos, los que están, los que estuvieron y los que vendrán. Patrimonio.
En la conversión de común a público y de ahí a privado el Estado juega un papel esencial, es el aval en los procesos de privatización.

El poder económico tiende a gestionar, con una gobernanza fuera de toda ética, apoyándose en gobiernos de excepción e impulsando una legislación acorde con sus intereses.
Es necesario elaborar un discurso-proyecto que haga límite por contrario.

Revertir el proceso de apropiación capitalista en toda su extensión.