jueves, 1 de enero de 2009

El enfermo

por FKastro – “El Faro Crítico”

Entre los primeros significados de la palabra crisis hallados en el Diccionario de la Real Academia encontramos el de Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente. Sin todas las connotaciones económicas, políticas y socialesque conlleva el término, la definición de la Real Academia se acerca mucho a la situación actual.

Resulta sorprendente descubrir en la definición de la RealAcademia que ya se establezca una enfermedad previa. Estos últimos años no hubo achaques ni alarmas, el estado era aparentemente saludable. Ahora todo parece obvio, pero hasta hace poco tiempo se hablaba de futuras enfermedades, de posibles dolencias, quizás alguna perturbación. Todo parecía el escenario de una neurosis. Enfermo imaginario en un principio, que a fuerza de no creerle se acabó consumiendo en su propia locura.

Rastreando un poco más en la descripción de la Real Academia descubrimos en la definición de crisis un momento en el que la enfermedad puede remitir o agravarse irremediablemente. Ni siquiera establece porcentajes, ni se decanta por la pronta recuperación ni por la inmediata certeza. Como diría cualquier médico, dependerá de la medicación, de la asistencia del propio hospital, del un diagnóstico correctamente emitido, pero ante todo, de la capacidad del paciente para sustraerse a un cambio tan intenso en un cuerpo ya enfermo.

La radiografía de esta enfermedad, enfermedad que padecemos,sobre un cuerpo, que es el de cualquiera de nosotros; nos está siendo actualizada a cada segundo en los diferentes periódicos y televisiones del mundo. Sesudos análisis sobre una situación económica de elasticidad perpetua, cronistas que intentan traducir una terminología queno se deja abordar con facilidad, y especialistas que explican, en la medida en que pueden, los mecanismos de un sistema entrelazado de capitales volátiles.

No hay un solo miembro del escaparate mundial que no tenga una opinión más o menos formada sobre la enfermedad. Para algunos recién descubierta, en especial para los medios de comunicación, siempre en busca de cubrir minutos de audiencia o páginas de periódicos; para otros, ya intuida cuando el enfermo era aún joven y renunciaba a cualquier tratamiento.

Las dimensiones mundiales del desastre aún son una incógnita,aunque como en todo lo anterior, los efectos devastadores sobre elentorno natural ya se radiaban en la televisión desde los primeros ensayos nucleares, o el peligro para el ser humano ya se encontraba en decenas de guerras que han jalonado el siglo XX. La enfermedad se diagnosticó desde el inicio. Ya, antes, se percibía que este camino quizás era sólo un precipitarse al vacío.

Ahora se habla de crisis, de enfermedad, de causas. Pero me basta levantar la vista para contemplar que ese ahora y ese antes se han intercambiado. El enfermo lleva cadáver hace años. La crisis es sólo elcertificado que nos hace cerciorarnos.

Al fin, entre tanta noticia sobre la causa del fallecimiento se abre un pequeño horizonte en el que pueden surgir nuevas realidades, un nuevo cuerpo que pueda ser nuevamente educado como el anterior. El rey ha muerto, viva el rey. En este nuevo horizonte se abre la contemplación de una falsa realidad aparentemente virgen, falsa porque en este preciso instante ya está siendo tomada.

Se quiere perpetuar el lenguaje actual. Que el muerto pueda ser resucitado, que lo anterior se renueve con maquillaje distorsionado y ante todo nuevo; y que la historia arrastre cuando antes el espectro de que se murió mucho antes de lo que pensábamos.

Pocos analistas y especialistas, de esos que ocupan el papel impreso y la imagen televisiva, se atreven a aportar soluciones, si no es desde la óptica del mismo lenguaje, desde una única visión de pensamiento que ha sido adoptada como una falsa libertad y fraternidad. Aún hoy, para nosotros, resulta difícil imaginar una salida a la crisis,resulta agotador escudriñar todos los ámbitos que hay que reformar, que merecen ser cambiados o que hay que suprimir. Y desde ese televisor impertérrito continua el pensamiento único, el mito único que destruye ycrea, que arreglará este entramado financiero que ha volado por los aires.

En ese mito bursátil parece que hemos delegado la actividad depensar, nos hemos desligado de nuestra individualidad a favor de un solo pensamiento que además no nos pertenece. Nos hemos desligado o nos ha sido arrebatado. Pero que abiertamente ha provocado el fallecimiento. Ese único pensamiento entre millones de personas, esa sola idea, ese cerebro pensando por todos los demás. Nadie puede ocupar el espectro de pensamiento que nos hace reconocernos como tales en este mundo. Semejante empresa sólo podía reconocer el fracaso, la defunción. A la manera de este mito bursátil que parte y reparte, que decide yobvia, también nosotros debemos pensar, y pensar en primer lugar sobre nosotros mismos. No nos dejemos despistar por el maremagno informativo que ocupa nuestro propio espectro del pensar. El atolladero mediático que ocupa todos los lugares de la realidad aún no ha logrado ocupar el pensamiento propio, individual, subestimado por esa falsa falta de acción, y por esa individualización aparentemente inofensiva.

En el pensarnos, en el repensar nuestra propia trayectoria, reinventando las preguntas, descubriendo los lugares inhabitados que además pueden ser compartidos, descubrimos con facilidad que ese mitopensante de la actualidad es sólo una cabeza más.

Pero, entretanto terremoto de información, ¿cómo pensar?, ¿cómo descubrir nuestra propia identidad entre tantos siglos de historia, dedeterminismo que nos va encerrando?.

Quizás la solución para pensar sería empezar por unos mínimos. Unos mínimos que puedan unirnos y al mismo tiempo mantener nuestras diferencias. La multiplicidad de todos y para todos, porque además, la hay en todos. Ese punto de partida del pensar no es darle la espalda a la historia o a los problemas más acuciantes que nos aciagan todos los días. El pensar se adhiere a nosotros desde que nos levantamos hasta que volvemos al sueño, con el hambre, el frío o la pena. Recordar lo obvio es un buen punto de partida. Los nexos de unión que facilitaron el comienzo sería una manera de repensarlo todo de nuevo.

Porque no se trata de establecer un nuevo modelo, o de que todos nos pongamos absolutamente de acuerdo en alcanzar exactamente una idea fusionada entre otras miles, o una idea con un quórum suficiente. Se trata precisamente de que todos, todo pensar, tenga cabida, esa marca es la que distingue a cada uno de los habitantes del mundo. No es una invitación a la individualidad, ni a la introspección. Es una invitación a la comunidad, simplemente porque el enfermo es un enfermo que todos padecemos, que cada parte de su diagnóstico nos hace enfermar a nosotros también. Cada una de esas partes debe ser creada con el pensar dentro de la multiplicidad.

Ese repensar lo ya pensado no es dejar que el mundo se consuma mientras nos miramos el ombligo. Porque, recordando lo anterior, pensar es una actividad de la que no podemos desprendernos en ningún instante. Es movimiento, sí, es movimiento que nos lleva a tomar unas decisiones y no otras, que nos invita a optar por un camino y no otro, eincluso es también la posibilidad de regresar para volver a comenzar.

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