Sucede lo que viene sucediendo a
menudo, pero siempre es distinto, sobre todo hoy, hoy algo en el ambiente es
diferente. El asunto es como sigue: presentación de un libro por parte de Ángel
Gabilondo y Juan Cruz. El lugar en el que se produce el evento: el Círculo de
Bellas Artes, un lugar que permite emborracharse de cultura mientras uno se
cuestiona cómo fueron puestas allí sus marmóreas columnas.
Mi intención no es hablar de la
presentación del libro, ni siquiera del libro, pero sí tengo que decir que la
presentación por parte de Ángel Gabilondo y la dialéctica de Iñaki hicieron que
aún hoy siga embelesado. Durante dicho acto, tanto Ángel como Iñaki Gabilondo
sueltan auténticas perlas, tanto humanísticas como periodísticas, pero hubo una
que me llamo mucho la atención y que me hizo reflexionar: Ángel Gabilondo deja
volar por el aíre un pensamiento, sin esfuerzos aparentes por su parte, pone su
voz al servicio de la palabra (como a él le gusta decir) y libera a través de
sus labios una idea maravillosa a la par que inquietante: la quietud es
peligrosa.
Recapacitando sobre ello,
efectivamente, parece ser que el estarse quieto es muy arriesgado, ya que
alguien que no se mueve, que no cambia de ideas, que no cambia de postura, en
definitiva, que no se va moldeando, es una persona que no aprende, no
evoluciona, no es, simplemente está. Pero, hay una modo de estarse quieto que a
mi me da mucho miedo, y no es otra postura que la conocida frase: “Es lo que
hay”. Producen en mí mucho temor las personas que sienten que las cosas son
como son y que no pueden ser de otra guisa. Al mismo tiempo mi corazón se
aflige cuando oigo esas palabras, creo que no llego a escucharlas, simplemente
las oigo, pero de igual forma, al percibirlas, puedo ver como por dentro mi
alma se lamenta.
Esa forma de asumir las cosas
denotan que se han dado por vencidos antes de luchar, de intentarlo, es morirse
sin que te hayan matado, es dejarse morir. Creo que este pensamiento o esta
forma de vivir, bueno más bien de sobrevivir, se produce en las personas porque
tienen miedo al fracaso, a errar, a darse cuenta que se han equivocado después
de haber plantado batalla, de haber luchado, pero me pregunto: ¿no es mejor
vivir equivocándose y habiéndolo intentado que estar muerto en vida? Como no
soy nadie para juzgar a ninguna persona, creo que ni siquiera puedo juzgarme a
mi mismo, sólo espero que si alguna vez llego a ese punto, las personas que me
rodean me lo hagan saber, porque en ese preciso instante tendré que reconocer
que he renunciado a ser.
Como decía Honoré de Balzac: “La resignación es un suicidio cotidiano”.
1 comentario:
Creo que puede relacionarse este artículo con el Populismo de padecimientos.
La gente está resignada porque la situación le supera, y el grado de resistencia ante las tormentas está bajo mínimo, tras años de bonanza económica y olvido de la lucha social. Es español medio es bastante mediocre y dependiente de Papa-Estado-Capital, que lo ha convertido en una marioneta.
El 15m está llevando la cultura política allí donde se necesita, pues aporta herramientas a los que voluntariamente quieren activarse y hacer cosas.
Por otro lado tenemos al populismo de padecimientos, esos que prefieren seguir viviendo su sueño dogmático a costa de pisar al de al lado. Recordando a Dorian Grey, ellos saben que se equivocan, pero es mejor hacerse el tonto, y además, en el fondo se es un poco retro y se quiere formar parte de la mezquina élite que conforma el Sistema (se conforman con ser populares en sus barrios y círculos, incluso atacando al pobre que está a su lado!).
O luchamos por otra cultura y el pobre facha/inculto baja la guardia, o la sangre llegará de nuevo al río.
La historia se repite, o se repetirá, no?
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