Todos los días lo escuchamos. “Crecer
para crear empleo” es una afirmación que suena a rezo y es repetido como un mantra
por casi la totalidad de los sindicatos, un amplio espectro de la izquierda y la derecha europea en pleno. Coinciden en su fe y depositan sus esperanzas
en un método de salida a la actual crisis que no es más que la versión
neoliberal del milagro del pan y los peces donde al final, a la depresión actual
le sucederá necesariamente un periodo de recuperación en el que asistiremos a
la alegre vuelta de las economías nacionales a la senda salvadora del crecimiento
y como consecuencia directa, a la creación automática y masiva de puestos de trabajo. Esta
argumentación muestra una lógica aplastante en las distancias cortas, pero en
estos momentos es una farsa. Es necesario realizar un análisis más en
profundidad y con algo de perspectiva para dar cuenta de su imposibilidad en el
contexto histórico actual. Su alta carga ideológica pasa desapercibida, pero es
el eslogan de una lógica económica muy concreta, que está instrumentalizando
los tiempos de crisis para acelerar en el cumplimiento del guión neoliberal
hacia un totalitarismo económico global. Mientras tanto, el miope debate
político entre conservadores y socialdemócratas se centra exclusivamente en que
tipo de medidas son las adecuadas para reproducir, lo antes posible, las
condiciones objetivas para que el milagro se produzca.
Lejos de responder a cualquier
estímulo, la realidad económica y social se dibuja como un callejón sin salida.
El cerco a la actual crisis, que no tiene un carácter cíclico y que podríamos
categorizar como sistémica y civilizatoria, está anclado en cuatro puntos para
los que el Capitalismo no tiene respuestas aceptables desde presupuestos de equidad,
cohesión y paz social; tampoco para la propia viabilidad del sistema. Deuda, Técnica, Explotación y Finitud aparecen
como puntos tensionales al propio Capitalismo derivados de su hipertrofia y
despliegue sin límite. Las implicaciones que tienen estos términos en la
asfixiante situación actual son determinantes.
Lo más difícil, lo menos explicado y a
la vez, lo más importante que tenemos que entender para saber en que punto nos
encontramos es que el aparentemente sólido esplendor económico de las últimas
décadas estuvo sustentado absolutamente en la Deuda.
Parece que “Deuda y Crecimiento” son dos conceptos
contradictorios pero si reemplazamos Deuda por Crédito y reformulamos como “Crédito y Crecimiento”, empezamos
a entenderlo todo. Deuda y Crédito son
las dos caras de la misma moneda. La concesión de créditos masivos y a todos
los niveles ha sido la forma de sustentar la ficción de la espectacular
expansión de las economías desarrolladas. Era una ficción en la medida que la
aceleración de la actividad económica tenía casi únicamente que ver con la
capacidad financiera para trasladar a través del crédito la expectativa de
riqueza futura al presente. El formidable desarrollo del tejido productivo no
tuvo relación con el aumento objetivo de las necesidades de la población, sino
con una presencia exagerada de liquidez que provenía del crédito y que necesitaba
cristalizarse en todo tipo de bienes como otra forma especulativa más de la
economía financiera para crear depósitos de valor. Nuestras sociedades de
consumo se dedicaron a dilapidar en un muy corto periodo de tiempo la riqueza
que correspondía al futuro y lo arrasamos. Esta es la razón por la cual vivimos
el momento presente como ausencia de porvenir. En este sentido, el crack
financiero de 2008 podríamos considerarlo como el fin del mundo conocido para
las opulentas sociedades occidentales. Fue el año donde la circulación
financiera quedó estrangulada y despertamos sobresaltados del sueño de amplia
prosperidad en el que estábamos sumidos. Este crack fue un punto de inflexión
donde la actividad de los actores financieros internacionales pasó casi instantáneamente
de la concentración de sus energías en el despliegue ilimitado del crédito a
orientar todos los esfuerzos en el repliegue y el retorno de la deuda. La
economía global se mostró en si misma como una formidable estafa piramidal con
forma de burbuja y reventó.
Esta contextualización histórica es
imprescindible para entender que en la afirmación “Crecer para crear Empleo” se
obvia el formidable peso que tiene actualmente la economía financiera. Aunque
aparentemente aparezca como una secuencia lógica, simple y cerrada, está
ausente un elemento esencial y su
enunciado está incompleto. Este componente ausente del que ya hemos hablado se
llama Crédito o lo que es lo mismo, “Deuda para Crecer y crear Empleo”.
Asistimos horrorizados a la conclusión; la propuesta para salir de la crisis se
plantea en los mismos términos que nos despeñaron en ella. En un momento donde
la deuda asumida por algunas economías nacionales aparece como impagable, lo
que se pide es restaurar los niveles de crédito anteriores a la crisis. Para
ello, el sector financiero en su conjunto tendría que suicidarse. Los gobiernos
han apostado por salvar momentáneamente los muebles iniciando una huida hacia
adelante que ha convertido al Estado en el principal avalista de los excesos
financieros al abrir un cauce ingente y continuo de flujo desde las rentas del
trabajo a las rentas de capital a través de los rescates bancarios y la emisión
de deuda soberana. La cobardía política o la ignorancia de nuestros
representantes es máxima. No trasladan con toda su tragicidad lo que es un
secreto a voces; que una “Economía real”, enunciada como aquel ámbito social
donde se administran los recursos que son escasos, con objeto de producir
bienes y servicios, y distribuirlos para su consumo entre los miembros de una
sociedad, no sería suficiente como para
sostener la forma de vida y el gigantesco castillo de naipes en que se ha
convertido la civilización occidental, apoyada absolutamente en el exceso
proporcionado por la ficción de la “Economía financiera”. El problema se
muestra como no resoluble y es la consecuencia llevada al extremo del fenómeno
de Financiarización de la economía, como
proceso de dominación a escala internacional del mercado de flujos financieros
sobre el mercado de intercambios de productos reales.
Una
vez desvelado que la Deuda
es la base que se propone para poner en funcionamiento la recuperación
económica, la siguiente problemática a analizar se encuentra en la relación aparentemente
directa de causa-efecto entre Crecimiento y Empleo. Esta relación está cada vez
más mediada por la Técnica. El alto nivel
tecnológico alcanzado exilia masivamente al factor humano del trabajo. Como
sociedad somos capaces de producir mucho con un empleo de mano de obra muy
limitado. La tecnología, al reemplazar el papel del obrero tanto cualificado
como de un nivel inferior, produce un efecto que tiene que ver con la cantidad
y la cualidad del factor trabajo requerido. Conocimientos muy complejos han
sido sistematizados en las máquinas que son utilizadas en muchos sectores
productivos y ya no son necesarias, en el centro de trabajo, personas expertas
ni un elevado número de trabajadores. La
mano de obra empleada además de reducirse en número es más fácilmente
reemplazable. Como consecuencia, la tasa de crecimiento necesaria para absorber
grandes cantidades de desempleados, aumenta y el trabajo se precariza. Es muy
posible que cuando en el futuro la economía haya tocado fondo, podamos ir a tímidos
repuntes de crecimiento donde no haya creación de empleo e incluso se sigan
destruyendo puestos de trabajo. El exceso de riqueza derivado de la aplicación
del progreso tecnológico a los procesos de producción se convierte en mayor
acumulación para el Capital. Vivimos en la peor pesadilla de aquellos que
confiaron en la Técnica
como la clave para la emancipación del trabajo y la consecución de un reparto
equitativo de la riqueza.
El aumento de la Explotación
laboral también distorsiona la relación entre Crecimiento y Empleo. Es
legitimada por la delicada situación actual, se invoca a través de la cultura del esfuerzo y se vive
por el trabajador con la resignación que proporciona el miedo a la perdida del
puesto de trabajo. El emprendedor ha pasado de encarnar la figura del
oportunista con posibles a desempeñar el papel de salvador. La capacidad de
presión del empresario sobre los trabajadores ante el desolador escenario del
paro, los cambios legislativos en contra de los derechos laborales y la amenaza
de la deslocalización en el mercado único mundial, no deja resquicios de
esperanza para un horizonte más razonable. La precarización del trabajador asalariado
es la consecuencia lógica de un escenario terrorífico donde más allá de los
muros del centro de trabajo está aguardando la miseria y desde arriba se le
exige arrimar el hombro. Asistimos a la polarización entre la sobreexplotación
para los obreros activos y la indigencia social
y material para los que caen en la inactividad dentro de un sistema que sobreproduce. En todo caso, la sobreexplotación
laboral y la precariedad conducen a más paro e incide a la baja en el nivel de
consumo. La incapacidad del sistema Capitalista para racionalizar su desmesura
acaba convirtiéndose en su propia ruina.
Para acabar de desmontar la falacia, la Finitud
nos recuerda que el crecimiento en si mismo es irrealizable sostenidamente ya
que por pura contradicción lógica, no se puede dar el aumento continuo e
indefinido en el tiempo, de la producción y consumo de bienes y servicios. El
sistema Capitalista tiene que olvidar constantemente que es imposible crecer
ilimitadamente en base a recursos que no lo son para poder afirmar su ideal de
crecimiento ilimitado. A cada periodo de crecimiento le acompaña un escenario
de sobreproducción que es la antesala de cada crisis. La imposibilidad del
planeta de regenerar los recursos y asumir los residuos a la misma velocidad que
son consumidos y desechados por la bestial maquinaria de expolio y explotación
que acompaña a la depredación Capitalista,
nos acerca cada día un poco más al abismo del colapso ecológico. El
Capitalismo no conoce la palabra suficiente y tiene que ningunear las verdades
del ecologismo respecto a la finitud de los recursos para poder seguir obviando
los límites naturales no sobrepasables de los que dependen nuestras sociedades
y la vida en el planeta.
Es
muy probable que esta crisis no tenga solución sin cambiar radicalmente de
modelo económico y civilizatorio, pero por ahora, las reformas aplicadas van en
la dirección contraria. En Europa, la búsqueda desesperada del crecimiento
económico está siendo utilizada como excusa para inducir “Estados de Excepción”
en sus democracias representativas a través de tecnócratas introducidos en el
poder que representan los intereses de las plutocracias económicas. Se defiende
este escandaloso cambio en la forma de hecho del Estado como una consecuencia
necesaria y derivada de la aparente gravedad de la situación actual que es
calificada como emergencia nacional. Las reformas legislativas promovidas por
vía de urgencia a base de Decretos y destinadas principalmente a eliminar las
estructuras materiales del bienestar, son acompañadas por el reforzamiento de
medidas de tipo coercitivo que limitan sensiblemente las libertades
individuales y colectivas con el objetivo de doblegar cualquier resistencia y
crear un clima proclive a la resignación. Es fácil detectar que intereses están orquestando las reformas.
Basta con observar que las medidas de recorte, aunque se traslade a la opinión
pública que buscan el interés general y que están destinadas únicamente a
conseguir las condiciones necesarias para se restablezcan los niveles
anteriores de ocupación y empleo, siguen sin recaer en los actores responsables
de la crisis. Negando la evidencia, la inmensa mayoría de la población se ha
tragado la impostura, ya que la precarización o la inminente amenaza de pobreza
predispone al optimismo incondicional ante cualquier consigna luminosa que les
permita creer y renovar sus esperanzas de solución individual. Están atrapados
en la visión reducida de la realidad que proyectan las reglas del juego
Capitalista y que es confirmada repetidamente hasta la extenuación, por las aseveraciones de los más prestigiosos
políticos y gurús económicos con las que nos bombardean desde todos los medios
de comunicación. La estafa global que representa la actual coyuntura se sigue
nutriendo de la pasividad e ignorancia política que nos llevó hasta ella. Es
momento de desvelar que esta crisis la están gestionando los mismos intereses
minoritarios que la provocaron y que por lo tanto, no va a tener una solución
aceptable para la inmensa mayoría. Mientras más se evidencia la magnitud de la
estafa, más se difumina la posibilidad de solución convencional. Es urgente
encajar que los tiempos de ficticio esplendor no van a volver y que mientras
antes tiremos del freno de mano, más probabilidades tendremos de evitar el choque
frontal contra el sólido muro que espera al final de la última curva a este tren,
en su huida hacia delante para intentar escapar aceleradamente de su propia
sombra.
La orgía consumista se va apagando
poco a poco y por zonas en el mundo Capitalista, por su imposibilidad en si
misma de permanecer en el tiempo. Ni los planes de estímulo de los gobiernos
trabajando en la línea de expansión del gasto público, ni los planes de
austeridad trabajando en el plano contrario de reducción del déficit consiguen
reanimar al enfermo infartado y evidencia inequívocamente que un paradigma
social y económico agoniza en su gigantismo. La gestión del auto-desmontaje de
toda una civilización construida sobre el exceso y la explotación, es la herencia
para las generaciones que tendrán que lidiar en el inicio del tránsito siempre
traumático hacia otra forma de ser y estar en el mundo. Las resistencias a los
cambios van a ser formidables y los grandes beneficiados del actual statu quo ya
se han enrocado en sus posiciones e intentan amarrar por todos los medios
posibles las líneas de fuga, pero previsiblemente las contradicciones internas enunciadas
y que se están desarrollando paralelas a este inmovilismo, reventarán como un
tsunami cualquier muro de contención.
La fractura ya ha sido registrada y anuncia un
nuevo comienzo.
10 comentarios:
Interesante y profundo análisis de la falacia del crecimiento.
Sólo quería hacer un pequeño apunte sobre la cada día mayor especialización de los trabajadores y, como consecuencia, el deseo de los empleadores de: por un lado, aumentar la jornada laboral, su incompatibilidad con otras tareas. Y por otro, la creación de un mercado reserva de autónomos, freelance, emprendedores... que acaban trabajando para estos empleadores, sin que ellos se vean en la necesidad de asumir los costes de su especialización y sin tener ningún tipo de responsabilidad para con los mismos.
La tecnología, que se percibe como un progreso de las civilizaciones, acaba siendo creadora de malestar: de sus trabajadores, cada vez más especializados y encadenados a un área concreta. De sus consumidores, apremiados a actualizarse o renovarse ante cualquier cambio que imponga el mercado-marketing. Y finalmente destruyendo empleos no cualificados, personas que pasan a ser innecesarias para la sociedad, o, a realizar tareas que resulta más barato cubrir con humanos que desarrollar la tecnología capaz de llevarlas a cabo.
Creo que es otra de las falacias: utilizar el desarrollo tecnológico como un signo de progreso, de satisfacción de necesidades humanas (quizá fuera así hasta antes de la primera Revolución Industrial), cuando realmente se ha convertido en un instrumento del mercado y una herramienta de marketing.
Excelente y clarísimo análisis. Solo añadiría, en relación con el factor técnico, que el tan traído mantra de la productividad, no es mas que el eufemismo para designar la expulsión de mano de obra incrementando la eficiencia. La única alternativa que plantean sus defensores es la de la competitividad en el plano de la geografía del capital: si "nuestra economía" es mas competitíva, luego exportaremos más. Ahora bien, que pasa cuando todos los países aplican la misma receta? Siempre nos quedará venderle nuestra producción a los marcianos.
Esto es desde luego lo que yo llamo pensamiento progresista: sentido común, no correr en círculos.
Hagamos la definición del término "calidad de vida".
Declaremos su ausencia como causa de la derrota social. La urgencia nacional.
¿En qué consiste la calidad de vida?
Y que sea la única barricada que el hombre tenga a alzar.
Veremos que para los que teniendo derecho a un trabajo y a una vivienda pero no pueden encontrar un modo de permitírselo, y siempre que las fuerzas armadas no fallen, el campo siempre será un seguro de vida. Un seguro físico y moral. Una estancia en el "sentido común".
El campo es la teta del hombre, el hombre está destetado. La solución al problema siempre viene en la exposición del mismo (ley universal).
Y digo lo de las fuerzas armadas por que el cambio en masa del consumo de un producto a otro siempre traerá tensiones. En nuestro caso serian todos esos ideales de progreso que como aquí bien se explica es una huida para delante: ansiedad. Tensiones desde dentro de uno mismo a la vez que desde una maquinaria ajena que ve como sus acciones caen en picado
Yo no sé que mal tiene el ser esclavo del campo, este es justo y generoso. Sobretodo hace que el hombre se supere, y esto es solo a lo que se le debería de llamar "avance". Y menos hoy en día con la revolución de la información, el aislamiento ya no existe.
Un apunte, esta ausencia de aislamiento que la "revolución" (tecnológica, claro, la única que vivimos, realmente) proporciona, puede ser tan beneficiosa como perjudicial, es por eso que nunca fue tan peligroso vivir en la ciudad como lo es ya. De la ciudad habría que aislarse, la ciudad es la feria del consumismo, la deriva de la sociedad, la "perdida de valores". En la ciudad nunca se creó nada de una manera armónica. ¿Qué futuro digno puede haber ahí que no sea el salir de ella?
Ahora que esto suena como si fuese algo nuevo, es el "avance" al que nos dirigimos, a marchas forzadas, ciudades cárceles en los que impera solo una idea producto de esa ciudad, de un mismo aire. Esta es también la teoría conspirativa, me temo …
Y esto ya es pasado.
Y alguien con poder hay detrás seguro: Véase el reciente anuncio de Unasur de "un gran plan", "una gran idea" que persigue el crear una gigantesca reserva natural …
Y la gente, como claro son "rojos", "de izquierdas", los apoyan sin pensar, quieren "progresar", según digo esto hay millones "de progresistas" aplaudiendo esta "gran idea" que los dejarán atrapados en las ciudades y les quitarán las tierras.
Nos hemos desentendido de la producción de la comida, nos enganchamos a trabajos absurdos que luego perdemos, metemos ahí a las mujeres y juntos acabamos con la natalidad…
Somos unos ilusos, en el campo, la playa o la ciudad, esto es algo que no se puede parar al menos al paso que vamos, con algo de dignidad.
Bien por el análisis, ¿alguna propuesta?
Voy primero a poner loque ha dicho MiniMEe, y luego a comentar
"Bien por el análisis, ¿alguna propuesta?"
Si esas propuestas no se dan, el artículo solo contribuye a la generación de miedo que desde los circulos del poder están inoculandonos para mantenernos atenazados y quietecitos.Creo que el análisis es muy completo, pero basta de asustar, no les sigamos el juego con el miedo. Preocuparse si, ocuparse como consecuencia de la preocupación, tambien. Pero miedo NO.
Creo que hay un error en la apreciación de alguna de las opiniones, en afirmar que el desarrollo tecnológico no es una forma de progreso.
Evidentemente lo es, pero no en esta paradigmática estructura de civilización que ahora tenemos. Este desarrollo tecnológico debe liberar al hombre del trabajo monótono, debe permitirle el acceso libre a la producción pero indispensablemente, ésta tiene que estar libre de la absurda competencia, administrada según la sustentabilidad de los recursos existentes y determinada por una producción relevante.
Como lucidamente vislumbra el artículo, estamos ad portas de un nuevo orden de civilización, donde inexorablemente todos los antiguos dogmas pertenecerán a un aberrante pasado de una civilización primitiva.
Felicito al autor del artículo, un soberbio y perspicaz razonamiento del sistema que aún nos rige. Saludos cordiales desde Chile.
Un excelente analisis, y detenido, que me tendre que volver a leer un par de veces mas...
Hay una cosa que me hace pensar, en la que este articulo presupone, que hubiese pasado si...
... Si las corporates financieras desreguladas hubiesen creado deuda de una forma "etica" y sostenible, es decir, dando creditos a personas que razonablemente se podría pensar que podrían devolverla y...
...y si no se hubiese traficado dentro de una estafa piramidal con CDOs...
...y los ciudadanos ajenos a las corporates financieras no hubiesen especulado con la vivienda...
...y los ciudadanos pertenecientes a una nueva clase media no se hubiesen dedicado a invertir en productos financieros exigiendo cada vez mas rentabilidad.
En definitiva, a veces pienso en si el problema no es de la reserva fraccionaria sino de la mala etica de las corporaciones financieras y el "yo" egocentrico (manipulable) de los ciudadanos.
Muy buen análisis. Deberan ahora aportar SOLUCIONES prácticas a cada una de las situaciones que analizan para lograr llevar a cabo un posible CAMBIO tanto a nivel SOCIAL como INDIVIDUAL lo cual creo que es lo verdaderamente NECESARIO e IMPORTANTE en estos momentos para CORREGIR "el rumbo"
Interesante artículo. Me ha recordado un retrogusto a "Lo pequeño es hermoso" de E.F.Schumacher.
Te agradezco enormemente tu artículo, creo que estamos muy necesitados de análisis como el que ofreces.
Coincido plenamente en lo que apuntas acerca de la imposibilidad de un crecimiento infinito en un mundo que es limitado, por mucho que "avance" la tecnología.
En cuanto a las soluciones que se reclaman por aquí arriba, creo que ya se apuntan en el artículo y pasan por un cambio profundo, radical, de nuestro estilo de vida consumista e individualista. Y pienso que precisamente esto es lo más complicado de todo, cambiar la mentalidad. Quizá ya sea imposible con la mayoría de adultos, y la esperanza esté en las próximas generaciones, pero teniendo en cuenta que, de momento, la educación está en manos de los "indeseados" el asunto no pinta muy bien.
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