martes, 8 de mayo de 2012

Crecimiento para crear Empleo: La gran falacia

por Jose Luis Manchón – El Faro Crítico

Todos los días lo escuchamos. “Crecer para crear empleo” es una afirmación que suena a rezo y es repetido como un mantra por casi la totalidad de los sindicatos, un amplio espectro de la izquierda y  la derecha europea en pleno. Coinciden en su fe y depositan sus esperanzas en un método de salida a la actual crisis que no es más que la versión neoliberal del milagro del pan y los peces donde al final, a la depresión actual le sucederá necesariamente un periodo de recuperación en el que asistiremos a la alegre vuelta de las economías nacionales a la senda salvadora del crecimiento y como consecuencia directa, a la creación  automática y masiva de puestos de trabajo. Esta argumentación muestra una lógica aplastante en las distancias cortas, pero en estos momentos es una farsa. Es necesario realizar un análisis más en profundidad y con algo de perspectiva para dar cuenta de su imposibilidad en el contexto histórico actual. Su alta carga ideológica pasa desapercibida, pero es el eslogan de una lógica económica muy concreta, que está instrumentalizando los tiempos de crisis para acelerar en el cumplimiento del guión neoliberal hacia un totalitarismo económico global. Mientras tanto, el miope debate político entre conservadores y socialdemócratas se centra exclusivamente en que tipo de medidas son las adecuadas para reproducir, lo antes posible, las condiciones objetivas para que el milagro se produzca.

Lejos de responder a cualquier estímulo, la realidad económica y social se dibuja como un callejón sin salida. El cerco a la actual crisis, que no tiene un carácter cíclico y que podríamos categorizar como sistémica y civilizatoria, está anclado en cuatro puntos para los que el Capitalismo no tiene respuestas aceptables desde presupuestos de equidad, cohesión y paz social; tampoco para la propia viabilidad del sistema. Deuda, Técnica, Explotación y Finitud aparecen como puntos tensionales al propio Capitalismo derivados de su hipertrofia y despliegue sin límite. Las implicaciones que tienen estos términos en la asfixiante situación actual son determinantes.

Lo más difícil, lo menos explicado y a la vez, lo más importante que tenemos que entender para saber en que punto nos encontramos es que el aparentemente sólido esplendor económico de las últimas décadas estuvo sustentado absolutamente en la Deuda. Parece que “Deuda y Crecimiento” son dos conceptos contradictorios pero si reemplazamos Deuda por Crédito y  reformulamos como “Crédito y Crecimiento”, empezamos a entenderlo todo. Deuda y  Crédito son las dos caras de la misma moneda. La concesión de créditos masivos y a todos los niveles ha sido la forma de sustentar la ficción de la espectacular expansión de las economías desarrolladas. Era una ficción en la medida que la aceleración de la actividad económica tenía casi únicamente que ver con la capacidad financiera para trasladar a través del crédito la expectativa de riqueza futura al presente. El formidable desarrollo del tejido productivo no tuvo relación con el aumento objetivo de las necesidades de la población, sino con una presencia exagerada de liquidez que provenía del crédito y que necesitaba cristalizarse en todo tipo de bienes como otra forma especulativa más de la economía financiera para crear depósitos de valor. Nuestras sociedades de consumo se dedicaron a dilapidar en un muy corto periodo de tiempo la riqueza que correspondía al futuro y lo arrasamos. Esta es la razón por la cual vivimos el momento presente como ausencia de porvenir. En este sentido, el crack financiero de 2008 podríamos considerarlo como el fin del mundo conocido para las opulentas sociedades occidentales. Fue el año donde la circulación financiera quedó estrangulada y despertamos sobresaltados del sueño de amplia prosperidad en el que estábamos sumidos. Este crack fue un punto de inflexión donde la actividad de los actores financieros internacionales pasó casi instantáneamente de la concentración de sus energías en el despliegue ilimitado del crédito a orientar todos los esfuerzos en el  repliegue y el retorno de la deuda. La economía global se mostró en si misma como una formidable estafa piramidal con forma de burbuja y reventó.

Esta contextualización histórica es imprescindible para entender que en la afirmación “Crecer para crear Empleo” se obvia el formidable peso que tiene actualmente la economía financiera. Aunque aparentemente aparezca como una secuencia lógica, simple y cerrada, está ausente un elemento esencial  y su enunciado está incompleto. Este componente ausente del que ya hemos hablado se llama Crédito o lo que es lo mismo, “Deuda para Crecer y crear Empleo”. Asistimos horrorizados a la conclusión; la propuesta para salir de la crisis se plantea en los mismos términos que nos despeñaron en ella. En un momento donde la deuda asumida por algunas economías nacionales aparece como impagable, lo que se pide es restaurar los niveles de crédito anteriores a la crisis. Para ello, el sector financiero en su conjunto tendría que suicidarse. Los gobiernos han apostado por salvar momentáneamente los muebles iniciando una huida hacia adelante que ha convertido al Estado en el principal avalista de los excesos financieros al abrir un cauce ingente y continuo de flujo desde las rentas del trabajo a las rentas de capital a través de los rescates bancarios y la emisión de deuda soberana. La cobardía política o la ignorancia de nuestros representantes es máxima. No trasladan con toda su tragicidad lo que es un secreto a voces; que una “Economía real”, enunciada como aquel ámbito social donde se administran los recursos que son escasos, con objeto de producir bienes y servicios, y distribuirlos para su consumo entre los miembros de una sociedad,  no sería suficiente como para sostener la forma de vida y el gigantesco castillo de naipes en que se ha convertido la civilización occidental, apoyada absolutamente en el exceso proporcionado por la ficción de la “Economía financiera”. El problema se muestra como no resoluble y es la consecuencia llevada al extremo del fenómeno de Financiarización de la economía, como proceso de dominación a escala internacional del mercado de flujos financieros sobre el mercado de intercambios de productos reales.

            Una vez desvelado que la Deuda es la base que se propone para poner en funcionamiento la recuperación económica, la siguiente problemática a analizar se encuentra en la relación aparentemente directa de causa-efecto entre Crecimiento y Empleo. Esta relación está cada vez más mediada por la Técnica. El alto nivel tecnológico alcanzado exilia masivamente al factor humano del trabajo. Como sociedad somos capaces de producir mucho con un empleo de mano de obra muy limitado. La tecnología, al reemplazar el papel del obrero tanto cualificado como de un nivel inferior, produce un efecto que tiene que ver con la cantidad y la cualidad del factor trabajo requerido. Conocimientos muy complejos han sido sistematizados en las máquinas que son utilizadas en muchos sectores productivos y ya no son necesarias, en el centro de trabajo, personas expertas ni un elevado número de trabajadores.  La mano de obra empleada además de reducirse en número es más fácilmente reemplazable. Como consecuencia, la tasa de crecimiento necesaria para absorber grandes cantidades de desempleados, aumenta y el trabajo se precariza. Es muy posible que cuando en el futuro la economía haya tocado fondo, podamos ir a tímidos repuntes de crecimiento donde no haya creación de empleo e incluso se sigan destruyendo puestos de trabajo. El exceso de riqueza derivado de la aplicación del progreso tecnológico a los procesos de producción se convierte en mayor acumulación para el Capital. Vivimos en la peor pesadilla de aquellos que confiaron en la Técnica como la clave para la emancipación del trabajo y la consecución de un reparto equitativo de la riqueza.

El aumento de la Explotación laboral también distorsiona la relación entre Crecimiento y Empleo. Es legitimada por la delicada situación actual, se invoca  a través de la cultura del esfuerzo y se vive por el trabajador con la resignación que proporciona el miedo a la perdida del puesto de trabajo. El emprendedor ha pasado de encarnar la figura del oportunista con posibles a desempeñar el papel de salvador. La capacidad de presión del empresario sobre los trabajadores ante el desolador escenario del paro, los cambios legislativos en contra de los derechos laborales y la amenaza de la deslocalización en el mercado único mundial, no deja resquicios de esperanza para un horizonte más razonable. La precarización del trabajador asalariado es la consecuencia lógica de un escenario terrorífico donde más allá de los muros del centro de trabajo está aguardando la miseria y desde arriba se le exige arrimar el hombro. Asistimos a la polarización entre la sobreexplotación para los obreros activos y la indigencia social  y material para los que caen en la inactividad  dentro de un sistema que sobreproduce. En todo caso, la sobreexplotación laboral y la precariedad conducen a más paro e incide a la baja en el nivel de consumo. La incapacidad del sistema Capitalista para racionalizar su desmesura acaba convirtiéndose en su propia ruina.   
             

Para acabar de desmontar la falacia, la Finitud nos recuerda que el crecimiento en si mismo es irrealizable sostenidamente ya que por pura contradicción lógica, no se puede dar el aumento continuo e indefinido en el tiempo, de la producción y consumo de bienes y servicios. El sistema Capitalista tiene que olvidar constantemente que es imposible crecer ilimitadamente en base a recursos que no lo son para poder afirmar su ideal de crecimiento ilimitado. A cada periodo de crecimiento le acompaña un escenario de sobreproducción que es la antesala de cada crisis. La imposibilidad del planeta de regenerar los recursos y asumir los residuos a la misma velocidad que son consumidos y desechados por la bestial maquinaria de expolio y explotación que acompaña a la depredación Capitalista,  nos acerca cada día un poco más al abismo del colapso ecológico. El Capitalismo no conoce la palabra suficiente y tiene que ningunear las verdades del ecologismo respecto a la finitud de los recursos para poder seguir obviando los límites naturales no sobrepasables de los que dependen nuestras sociedades y la vida en el planeta.


            Es muy probable que esta crisis no tenga solución sin cambiar radicalmente de modelo económico y civilizatorio, pero por ahora, las reformas aplicadas van en la dirección contraria. En Europa, la búsqueda desesperada del crecimiento económico está siendo utilizada como excusa para inducir “Estados de Excepción” en sus democracias representativas a través de tecnócratas introducidos en el poder que representan los intereses de las plutocracias económicas. Se defiende este escandaloso cambio en la forma de hecho del Estado como una consecuencia necesaria y derivada de la aparente gravedad de la situación actual que es calificada como emergencia nacional. Las reformas legislativas promovidas por vía de urgencia a base de Decretos y destinadas principalmente a eliminar las estructuras materiales del bienestar, son acompañadas por el reforzamiento de medidas de tipo coercitivo que limitan sensiblemente las libertades individuales y colectivas con el objetivo de doblegar cualquier resistencia y crear un clima proclive a la resignación. Es fácil detectar  que intereses están orquestando las reformas. Basta con observar que las medidas de recorte, aunque se traslade a la opinión pública que buscan el interés general y que están destinadas únicamente a conseguir las condiciones necesarias para se restablezcan los niveles anteriores de ocupación y empleo, siguen sin recaer en los actores responsables de la crisis. Negando la evidencia, la inmensa mayoría de la población se ha tragado la impostura, ya que la precarización o la inminente amenaza de pobreza predispone al optimismo incondicional ante cualquier consigna luminosa que les permita creer y renovar sus esperanzas de solución individual. Están atrapados en la visión reducida de la realidad que proyectan las reglas del juego Capitalista y que es confirmada repetidamente hasta la extenuación,  por las aseveraciones de los más prestigiosos políticos y gurús económicos con las que nos bombardean desde todos los medios de comunicación. La estafa global que representa la actual coyuntura se sigue nutriendo de la pasividad e ignorancia política que nos llevó hasta ella. Es momento de desvelar que esta crisis la están gestionando los mismos intereses minoritarios que la provocaron y que por lo tanto, no va a tener una solución aceptable para la inmensa mayoría. Mientras más se evidencia la magnitud de la estafa, más se difumina la posibilidad de solución convencional. Es urgente encajar que los tiempos de ficticio esplendor no van a volver y que mientras antes tiremos del freno de mano, más probabilidades tendremos de evitar el choque frontal contra el sólido muro que espera al final de la última curva a este tren, en su huida hacia delante para intentar escapar aceleradamente de su propia sombra. 

La orgía consumista se va apagando poco a poco y por zonas en el mundo Capitalista, por su imposibilidad en si misma de permanecer en el tiempo. Ni los planes de estímulo de los gobiernos trabajando en la línea de expansión del gasto público, ni los planes de austeridad trabajando en el plano contrario de reducción del déficit consiguen reanimar al enfermo infartado y evidencia inequívocamente que un paradigma social y económico agoniza en su gigantismo. La gestión del auto-desmontaje de toda una civilización construida sobre el exceso y la explotación, es la herencia para las generaciones que tendrán que lidiar en el inicio del tránsito siempre traumático hacia otra forma de ser y estar en el mundo. Las resistencias a los cambios van a ser formidables y los grandes beneficiados del actual statu quo ya se han enrocado en sus posiciones e intentan amarrar por todos los medios posibles las líneas de fuga, pero previsiblemente las contradicciones internas enunciadas y que se están desarrollando paralelas a este inmovilismo, reventarán como un tsunami cualquier muro de contención.  

La fractura ya ha sido registrada y anuncia un nuevo comienzo. 

10 comentarios:

es.pinedo dijo...

Interesante y profundo análisis de la falacia del crecimiento.
Sólo quería hacer un pequeño apunte sobre la cada día mayor especialización de los trabajadores y, como consecuencia, el deseo de los empleadores de: por un lado, aumentar la jornada laboral, su incompatibilidad con otras tareas. Y por otro, la creación de un mercado reserva de autónomos, freelance, emprendedores... que acaban trabajando para estos empleadores, sin que ellos se vean en la necesidad de asumir los costes de su especialización y sin tener ningún tipo de responsabilidad para con los mismos.
La tecnología, que se percibe como un progreso de las civilizaciones, acaba siendo creadora de malestar: de sus trabajadores, cada vez más especializados y encadenados a un área concreta. De sus consumidores, apremiados a actualizarse o renovarse ante cualquier cambio que imponga el mercado-marketing. Y finalmente destruyendo empleos no cualificados, personas que pasan a ser innecesarias para la sociedad, o, a realizar tareas que resulta más barato cubrir con humanos que desarrollar la tecnología capaz de llevarlas a cabo.
Creo que es otra de las falacias: utilizar el desarrollo tecnológico como un signo de progreso, de satisfacción de necesidades humanas (quizá fuera así hasta antes de la primera Revolución Industrial), cuando realmente se ha convertido en un instrumento del mercado y una herramienta de marketing.

Ekia dijo...

Excelente y clarísimo análisis. Solo añadiría, en relación con el factor técnico, que el tan traído mantra de la productividad, no es mas que el eufemismo para designar la expulsión de mano de obra incrementando la eficiencia. La única alternativa que plantean sus defensores es la de la competitividad en el plano de la geografía del capital: si "nuestra economía" es mas competitíva, luego exportaremos más. Ahora bien, que pasa cuando todos los países aplican la misma receta? Siempre nos quedará venderle nuestra producción a los marcianos.

Miguel dijo...

Esto es desde luego lo que yo llamo pensamiento progresista: sentido común, no correr en círculos.
Hagamos la definición del término "calidad de vida".
Declaremos su ausencia como causa de la derrota social. La urgencia nacional.
¿En qué consiste la calidad de vida?
Y que sea la única barricada que el hombre tenga a alzar.
Veremos que para los que teniendo derecho a un trabajo y a una vivienda pero no pueden encontrar un modo de permitírselo, y siempre que las fuerzas armadas no fallen, el campo siempre será un seguro de vida. Un seguro físico y moral. Una estancia en el "sentido común".
El campo es la teta del hombre, el hombre está destetado. La solución al problema siempre viene en la exposición del mismo (ley universal).
Y digo lo de las fuerzas armadas por que el cambio en masa del consumo de un producto a otro siempre traerá tensiones. En nuestro caso serian todos esos ideales de progreso que como aquí bien se explica es una huida para delante: ansiedad. Tensiones desde dentro de uno mismo a la vez que desde una maquinaria ajena que ve como sus acciones caen en picado
Yo no sé que mal tiene el ser esclavo del campo, este es justo y generoso. Sobretodo hace que el hombre se supere, y esto es solo a lo que se le debería de llamar "avance". Y menos hoy en día con la revolución de la información, el aislamiento ya no existe.
Un apunte, esta ausencia de aislamiento que la "revolución" (tecnológica, claro, la única que vivimos, realmente) proporciona, puede ser tan beneficiosa como perjudicial, es por eso que nunca fue tan peligroso vivir en la ciudad como lo es ya. De la ciudad habría que aislarse, la ciudad es la feria del consumismo, la deriva de la sociedad, la "perdida de valores". En la ciudad nunca se creó nada de una manera armónica. ¿Qué futuro digno puede haber ahí que no sea el salir de ella?
Ahora que esto suena como si fuese algo nuevo, es el "avance" al que nos dirigimos, a marchas forzadas, ciudades cárceles en los que impera solo una idea producto de esa ciudad, de un mismo aire. Esta es también la teoría conspirativa, me temo …
Y esto ya es pasado.
Y alguien con poder hay detrás seguro: Véase el reciente anuncio de Unasur de "un gran plan", "una gran idea" que persigue el crear una gigantesca reserva natural …
Y la gente, como claro son "rojos", "de izquierdas", los apoyan sin pensar, quieren "progresar", según digo esto hay millones "de progresistas" aplaudiendo esta "gran idea" que los dejarán atrapados en las ciudades y les quitarán las tierras.
Nos hemos desentendido de la producción de la comida, nos enganchamos a trabajos absurdos que luego perdemos, metemos ahí a las mujeres y juntos acabamos con la natalidad…
Somos unos ilusos, en el campo, la playa o la ciudad, esto es algo que no se puede parar al menos al paso que vamos, con algo de dignidad.

MiniMe dijo...

Bien por el análisis, ¿alguna propuesta?

Toni_mch dijo...

Voy primero a poner loque ha dicho MiniMEe, y luego a comentar

"Bien por el análisis, ¿alguna propuesta?"

Si esas propuestas no se dan, el artículo solo contribuye a la generación de miedo que desde los circulos del poder están inoculandonos para mantenernos atenazados y quietecitos.Creo que el análisis es muy completo, pero basta de asustar, no les sigamos el juego con el miedo. Preocuparse si, ocuparse como consecuencia de la preocupación, tambien. Pero miedo NO.

Anónimo dijo...

Creo que hay un error en la apreciación de alguna de las opiniones, en afirmar que el desarrollo tecnológico no es una forma de progreso.

Evidentemente lo es, pero no en esta paradigmática estructura de civilización que ahora tenemos. Este desarrollo tecnológico debe liberar al hombre del trabajo monótono, debe permitirle el acceso libre a la producción pero indispensablemente, ésta tiene que estar libre de la absurda competencia, administrada según la sustentabilidad de los recursos existentes y determinada por una producción relevante.

Como lucidamente vislumbra el artículo, estamos ad portas de un nuevo orden de civilización, donde inexorablemente todos los antiguos dogmas pertenecerán a un aberrante pasado de una civilización primitiva.

Felicito al autor del artículo, un soberbio y perspicaz razonamiento del sistema que aún nos rige. Saludos cordiales desde Chile.

Agnate dijo...

Un excelente analisis, y detenido, que me tendre que volver a leer un par de veces mas...

Hay una cosa que me hace pensar, en la que este articulo presupone, que hubiese pasado si...

... Si las corporates financieras desreguladas hubiesen creado deuda de una forma "etica" y sostenible, es decir, dando creditos a personas que razonablemente se podría pensar que podrían devolverla y...

...y si no se hubiese traficado dentro de una estafa piramidal con CDOs...

...y los ciudadanos ajenos a las corporates financieras no hubiesen especulado con la vivienda...

...y los ciudadanos pertenecientes a una nueva clase media no se hubiesen dedicado a invertir en productos financieros exigiendo cada vez mas rentabilidad.

En definitiva, a veces pienso en si el problema no es de la reserva fraccionaria sino de la mala etica de las corporaciones financieras y el "yo" egocentrico (manipulable) de los ciudadanos.

María Del Mar dijo...

Muy buen análisis. Deberan ahora aportar SOLUCIONES prácticas a cada una de las situaciones que analizan para lograr llevar a cabo un posible CAMBIO tanto a nivel SOCIAL como INDIVIDUAL lo cual creo que es lo verdaderamente NECESARIO e IMPORTANTE en estos momentos para CORREGIR "el rumbo"

Jose Verdu dijo...

Interesante artículo. Me ha recordado un retrogusto a "Lo pequeño es hermoso" de E.F.Schumacher.

Unknown dijo...

Te agradezco enormemente tu artículo, creo que estamos muy necesitados de análisis como el que ofreces.
Coincido plenamente en lo que apuntas acerca de la imposibilidad de un crecimiento infinito en un mundo que es limitado, por mucho que "avance" la tecnología.
En cuanto a las soluciones que se reclaman por aquí arriba, creo que ya se apuntan en el artículo y pasan por un cambio profundo, radical, de nuestro estilo de vida consumista e individualista. Y pienso que precisamente esto es lo más complicado de todo, cambiar la mentalidad. Quizá ya sea imposible con la mayoría de adultos, y la esperanza esté en las próximas generaciones, pero teniendo en cuenta que, de momento, la educación está en manos de los "indeseados" el asunto no pinta muy bien.