lunes, 9 de enero de 2012

Capítulo quinto de una serie de relatos autónomos y articulables entre sí

por Jose Luis Diaz Arroyo - "El Faro Crítico"

No había asunto que exigiese urgencia alguna. La memoria de Sharon fallaba cada día más. Faltaba el gancho, una primera palabra que tirase de la secuencia. ¿Empezar por algún lugar que no fuera el comienzo? También intentó rescatar algo del medio y fijar cierto armazón que permitiera ya no tanto edificar una torreta bien asentada, sino, más bien, montar la carpa diasporádicamente espaciosa de un circo. Comenzó allá y dejó que el discurso que había preparado con Begoña, Sam y Víctor apareciese de un modo distinto.  

Enyentre: dos árboles / la luna y mi imperceptible sombra a media noche pegado al suelo / la armadura de sí menor de su silbido y el recuerdo de cómo era antes.
Sininminenciádese: susurran las ramas sin hojas / las nubes se oscurecen y tensan en busca de un relámpago / se va y está más aquí que nunca.
Mientrasiadonde: se mantenga esta secuela imperfecta / permanezca todo cuasi apagado conozco más las zonas bellas / la muestra no diga lo contrario.
Consegunosí: el parecer escotado de un ensueño / maniobras sinestésicas oclusivas que esclarecen su amor propio / la violenta ligazón quimérica que nos reúne.
Asemejacábenhay: una acera polvorienta / lo que suscita un charco del suelo / alegrías exigentes.
Desdehaciasusú: ya / nosotros / el fuego.
Antesiundemis: el altar mayor de la plaza del mundo / la no apropiación de mis cosas a través de ellas / un visillo prismático de nuestra posición anterior.  

Con la fingida apariencia de una sonrisa espontánea, Sharon miró las ruinas del templo, arriba, muy arriba, en el acantilado. Su cuello tuvo que alzarse tanto que llegó a olvidar, incluso, a quién esperaba y qué hacía allí.
Se oyó una carcajada. Alguien alzó la voz al cielo. Un rudo gemido sin respuesta colmó un acantilado cercano. ¿Dónde estaba todo el mundo? Sin niños jugando a la pelota, corriendo tras una bola de aire insensible a los golpes auráticos de sus pies, las calles parecían excesivamente recargadas. No había apetito alguno que liberase los paseos, las amplias avenidas con zonas verdes fingidas, los falsos colegios o las pistas de desplazamiento masivo humano.
El cantar de la comba se había extendido demasiado. Sus lecciones resonaban con frecuencia. Claro que el barquero había dicho que las niñas bonitas no pagan dinero, pero, ¿y las feas?, ¿y los niños tontos, guapos o ambidiestros? Exigido por la emergencia de no caer sobre la acordada cuerda, uno estaría dispuesto a renunciar a su propia belleza, a algún que otro capricho accesorio, pero nunca a cuestionarse por el pago, por la necesidad de cruzar el río, de usar la barca del barquero. Yo no soy bonita, no tengo dinero, y realmente me da igual no pasar la barca porque en esta ribera del río se está de puta madre, parecía pensar Sharon.
Un coche se detuvo frente a ella ocupando los dos carriles de la avenida.
Peter O´donell bajó del coche.
- Buenos días Sharon, me alegro que hayas sido puntual, he traído el contrato para que lo firmemos cuanto antes y meter ya mismo las máquinas excavadoras... si nos damos prisa creo que para finales de año tendremos la primera fase concluida. La llamaremos fase Gutentleb, en honor a tu padre... ya verás, será precioso... cada casa con su jardín propio orientado hacia el mar y...
O´donell se detuvo ante el silencio de Sharon. Sus labios, rostro y cuerpo decían nada.
- ...y claro, por supuesto todo esto respetando el medio ambiente. Sharon, sé que esas cuestiones te preocupan, así que he incluido en el proyecto final que cada vivienda tenga lo último en paneles solares. ¡Y todo de serie! No te puedes imaginar como avanza esa tecnología, con un par de ellos bien situados podemos conseguir un rendimiento energético de 1200W/m2, las facturas de la compañía eléctrica se reducirán una barbaridad. Es una maravilla, ¿verdad?
- No, no hay acuerdo, ni trato, ni nada parecido. Haremos algo distinto en este lugar, ¿se entera señor O´donell?
- Pero Sharon. Si no firmas vas a cometer un gravísimo error. Las condiciones que te ofrezco son inmejorables, y todo por la amistad que me unía a tu padre...
- Le digo lo mismo, hemos pensado que esta tierra tiene otros planes.
- ¿Hemos?, niña el terreno es tuyo, no deberías dejarte manipular por esa gente rara que acoges en tu casa. Y además, por tu enfermedad, necesitas cuidados especiales, profesionales... si tu padre viviera no permitiría nada de esto.
- ¿Sabe qué O´donell?, que justamente por mi enfermedad apenas recuerdo a mi padre. Y sinceramente, si era tal y como usted le describe, no le puedo decir que me entristezca carecer de esa referencia tan determinativa.
Marc O´donell, enfurecido, entró en su coche y se alejó a toda velocidad.
Sharon se quedó a solas. Vigorosamente miró de nuevo a lo alto, al contorno del acantilado que presentía el final encuentro con las olas y el cielo. Había una capilla derruida, casi cochambrosa, y un camino zigzagueante llevaba hasta allí.
Avanzó protegiendo sus ojos de la luz cenital del mediodía, cuidándose de que el reflejo lanzado por el mar no la deslumbrara.
- ¿Qué tal ha ido? - preguntó Víctor todavía desde lejos cuando vio aproximarse a Sharon.
- Quedan confirmadas nuestras sospechas: O´donell es un capullo integral. Me ha soltado la idéntica cantinela de siempre.
- Bueno, para algunos eso era más que una sospecha...
Rieron y bromearon durante un buen rato y se repartieron las tareas del día. Víctor y Sam continuarían buscando piedras para levantar el muro sur de la capilla. Sharon, junto a Begoña, comenzaría ese día la temporada de recogida de castañas.
Antes de partir, Sam estiró su cuerpo. Dejó que el sol lo bañara. No es que quisiera calentarse, era primavera, no hacía mucho frío. Tampoco pretendía que su piel tomase tonos más oscuros, no al menos en principio.
- Buenos días amigo sol -dijo en voz alta.
Siempre se sorprendía al escucharse decir aquello. El día no era sin sol, el buen día era pues el buen sol, y el sol además le cuidaba, recibía y acariciaba mientras permitía, también, que su base fisiológica metabolizara ciertas substancias necesarias para su cuerpo. “Qué buen amigo es, y yo a cambio”, pensaba a veces, “estoy, no hay a cambio”.
- Buen sol sol soleante – rectificó enseguida.
- Buen sol para ti también, ¿nos vamos? - respondió Víctor y marcharon.
Ambos caminaron hacia al castañar mientras canturreaban. En los árboles abundaban los frutos maduros. Los más, ya habían caído al suelo y los jóvenes se alegraron de tener que trabajar sentados.
- Oye Sam, ¿qué es eso que hay ahí?
- ¿Dónde?
La vista de Víctor era cada día peor y sólo pudo levantar el brazo apuntando hacia la playa.
- Allí.
Era un hombre tendido, un cuerpo durmiente en la arena. Avisaron a Sharon y Begoña y pronto todos le rodearon.
- ¿Estará muerto?
- No, todavía respira, escuchad.
El oído de Begoña era cada día peor y sólo pudo pedir a sus compañeros algo de silencio. El mar se calmó.
- Sí, está vivo - reconoció Víctor.
Le dieron la vuelta y vieron que llevaba un uniforme. Llevaba algo escrito en el pecho.
- Son números y letras pero apenas se aprecian. Tal vez por el relieve... - comentó Sam.
El tacto de Sam era cada día peor y sólo pudo rastrear las cifras bordadas sobre el uniforme del hombre tendido.
- Dice 587-B.
- Que extraña numeración... - respondió Sharon - ¿qué querrá decir?
Que a quien le fallaba la memoria fuera quien mejor se hacía entender, que el que no veía mucho fuese quien más profundamente observara, que el que no oyera fuera sin duda quien mejor atendía, y que quien apenas podía tocar resultase ser el que mejor conocía los contornos de lo tocado, no sorprendió en absoluto a Trebor, aún sin saber él mismo que su nombre era Trebor. Tal vez esto tuviera que ver algo con aquello, y tal vez también tuviera que ver con que cuando abrió los ojos, en efecto sin tener noción alguna de dónde venía o qué hacía allí, miró a los cuatro y sonrió. Ni se preguntó ni les preguntó nada a los jóvenes. “ Tengo mucho hambre “ es lo único que dijo. Y marcharon a comer.

1 comentario:

Amanda dijo...

Ey! No sabía que seguían los relatos articulados!!! Viva!!!